En vez de invertir dinero y hacer grandes esfuerzos para opacar la Marcha Verde, el gobierno debía sentirse halagado y satisfecho. Es la protesta más pacífica y ejemplar que se haya dado en mucho tiempo en la República Dominicana, desde que estas marchas se iniciaron en enero del año pasado.
No hay que extrañar que hubo intento de las autoridades para quitar credibilidad a los líderes de Marcha Verde. Uno fue apresado en Moca bajo la acusación de que poseía drogas, y un video independiente pudo demostrar que se trataba de una bajeza, pues la droga fue colocada por los mismos agentes policiales que apresaron a Juan Comprés (Guanchi).
El entonces Ministro de Interior y Policía Carlos Amarante Baret, y luego el director del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI, Sigfrido Pared, revelaron que seguían de cerca los movimientos del movimiento Marcha Verde y de sus líderes. Esto quiere decir que leían sus comunicaciones privadas o las escuchaban, para determinar si había algún dato que revelara que conspiraban o realizaban actividades ilegales.
Nada de ello ha podido ser comprobado. El gobierno habrá quedado ya satisfecho con las investigaciones y escuchas que ha hecho, que en este movimiento no hay doble moral o colocarse al servicio de fines políticos conspiradores. Lo que se dice públicamente es lo que se reclama en privado: que haya transparencia en los fondos públicos y que se deje de favorecer a corruptos vinculados al gobierno.
Danilo Medina expresó en un momento que simpatizaba con los reclamos de Marcha Verde. En la medida que ese movimiento ha crecido y ha mantenido el discurso crítico desde el gobierno ha habido mucho esfuerzo para anular el potencial de las marchas del movimiento verde. Ocurrió con la caravana de recibimiento de Vladimir Guerrero, luego de ser seleccionado como miembro del Salón de la Fama del Béisbol. Cientos de autobuses fueron dispuestos por el gobierno para acudir al aeropuerto y regresar con una fiesta abultada, porque ese día Marcha Verde realizó una de sus actividades frente al Palacio Nacional, como recordatorio y conmemoración del primer aniversario de su primera marcha del 22 de enero del 2017, que concluyó en el Parque Independencia.
No se puede negar, Marcha Verde se ha convertido en un dolor de cabeza para el gobierno dominicano. Sus reclamos son difíciles de responder. Tratar de negar lo que es una evidencia pone en ridículo a cualquier funcionario o dirigente del partido de gobierno.
El gobierno debe sentirse halagado y satisfecho porque estas manifestaciones no incluyen ningún tipo de violencia, ni agresión. Los agentes policiales, destinados a preservar el orden, comparten amigablemente con los que marchan. Los ciudadanos que marchan no dejan basura en las vías públicas. La policía no tiene que emplear sus macanas, ni sus gases, ni las balas contra los ciudadanos, y casi siempre, después de las marchas hay una reflexión sobre un documento llamado manifiesto, que se lee al final de cada actividad.
Si las protestas dominicanas tuvieran algún matiz violento otra cosa sería para el gobierno. ¿Tendría el gobierno la misma política de los gobiernos de Venezuela y Nicaragua contra las protestas de los ciudadanos? Queremos entender que eso no sería posible. El gobierno del presidente Danilo Medina debe felicitar a Marcha Verde y a los que protestan por ser un ejemplo de llevar la indignación con pacifismo y limpieza.
No ha quedado bien la maniobra de la Dirección de Información y Comunicación de la Presidencia, la misma que firmó varios contratos con Joao Santana, de comprar las portadas de los cinco principales diarios impresos del país la mañana de este lunes. La idea era evitar que el verde de la protesta apareciera en primera página. Y se decidió por la falsa portada, comprada con dinero público, precisamente para opacar el éxito de Marcha Verde. Es lo que se intenta, y es lo que indigna, porque son métodos de propaganda que recuerdan y nos traen de nuevo a la memoria colectiva a Joao Santana.