La República Dominicana entró en un capítulo inédito en su historia democrática. El coronavirus nos desafía. El presidente Danilo Medina recibió la autorización del Congreso Nacional para declarar el Estado de Emergencia, y de inmediato hizo la declaración. A seguidas emitió el decreto 135-20 declarando el toque de queda y la prohibición del tránsito y la circulación de las personas entre las 8 de la noche y las 6 de la mañana, entre los días 20 de marzo y 3 de abril.

Con esta disposición, además de la la paralización de los servicios de transporte de autobuses, urbanos e interurbanos, el metro de Santo Domingo, el teleférico y de la Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses, el gobierno espera detener tanto como sea posible la movilización de personas y los contactos físicos, para evitar la propagación del virus.

La población tiene que tomar seriamente la amenaza que representa este virus, y en particular en caso de que se acumulen demandas al sistema de salud para atender personas a la vez. No es grande nuestra capacidad de atención, por ejemplo en Unidades de Cuidados Intensivos. Pocos centros de salud tienen capacidad para atender en intensivo a más de cinco personas. Conocemos que varios hospitales han sido organizados para atender una gran demanda. En el caso del Hospital Ramón de Lara se tienen disponibles 80 camas, y otras 15 camas estarían siendo incorporadas. Lo que ha ocurrido en otros países es un colapso de esa capacidad de recibir pacientes con virus en los centros hospitalarios, y finalmente han tenido que tomar decisiones drásticas, como dejar de atender pacientes de más de 65 años, para ofrecer servicios y asistencia respiratoria a personas de 65 años y menos.

Por suerte, algunos profesionales de la salud consultados han evaluado nuestra realidad y consideran que de continuar la tendencia actual, parecería que no seriamos tan seriamente afectados, como lo están siendo Italia y España, y algunos otros países asiáticos. El país necesitará equipos de asistencia respiratoria, que Corea, por ejemplo, o la propia China, podría proporcionar como donación o préstamo a la República Dominicana.

Un caso que no se estaba previendo es la presión que tiene el personal médico, del sector público y privado, con la gran cantidad de llamadas que recibe de personas para preguntar las cosas más insólitas sobre el virus. Es muy bueno que el gobierno haya creado una página web para el suministro de información. Esa página es http://coronavirusrd.gob.do, y ya está disponible.

La histeria no es correcta. La divulgación y reenvíos de testimonios alarmantes y de personas sin el aval suficiente como profesionales de la salud, tampoco sirve de mucho. Cunde el pánico y eso lleva a las personas a tomar decisiones equivocadas, a generar más miedo entre los allegados y cercanos, y podríamos llegar a situación de desesperación. En este sentido, bien podría el gobierno disponer de servicios psicológicos y psiquiátricos para aquellas personas que hayan entrado en una situación de máximo stress. Estamos obligados a bajar la tensión, no llevarnos de chismes ni de rumores. Estos son los momentos en que “radio bemba” cobra mayor fuerza y hace más daño.

Varios puntos son relevantes, y queremos señalarlos como una reflexión y sugerencia a las autoridades:

  1. El personal de salud que está ofreciendo servicios debe ser, desde ya, reconocido, y el gobierno deberá establecer una compensación especial para esos servidores.
  2. El gobierno deberá llegar a acuerdos con los centros de salud privados para la oferta de servicios a bajo costo. En estas circunstancias no es posible que aumente el gasto de bolsillos como consecuencia de la expansión de las preocupaciones de salud, especialmente para diabéticos, hipertensos y personas con afecciones y enfermedades catastróficas.
  3. El cuentapropismo es una institución muy grande en la sociedad dominicana. El 57 por ciento de nuestra economía es informal. El gobierno debe evitar que el hambre se extienda entre los más pobres y entre los trabajadores por cuenta propia, así como las personas que pierdan su empleo en este momento.
  4. Como se han establecido limitaciones a transporte, movimiento de personas, y se hicieron algunas salvedades sobre quiénes pueden circular, es necesario incluir entre los exceptuaciones del toque de queda a quienes transportan alimentos y suplen mercados y supermercados. Generalmente es un servicio que inicia a las 4 de la madrugada, por las distancias, y el toque de queda fue establecido para abrirse al transporte a las 6 de la mañana.
  5. La gente ha expandido la creencia de que las autoridades mienten, y que no es real el número de personas infectadas. Para las autoridades se trata de 71 personas hasta ayer. En caso de que el número oficialmente admitido se multiplique, por ejemplo, por 20, habría un total de 1,420 infectados en todo el país. Ese número es reducido y podría no expandirse demasiado, si tomamos en cuenta que hace una semana fue cerrada la frontera y hace varios días fue cerrado el espacio aéreo y ahora se están limitando los movimientos y actividades de convivencia social y aglomeración de personas. El país podría salir bien de esta crisis.
  6. Aunque dos personas han fallecido, una ciudadana dominicana residente en Europa, con el VIH desde hacía un tiempo, y un ciudadano español de más de 80 años. Hasta el momento nadie más ha fallecido, y no se conoce de personas que estén en situación de gravedad. Es probable que algunas de las personas afectadas fallezca, y eso es un drama, pero no es una situación como la que viven países europeos, como España e Italia, en donde ya han muerto más de 5 mil ciudadanos, especialmente mayores de edad.
  7. Poner atención a algunos centros de salud de la capital y el interior, que inicialmente dieron un manejo equivocado a casos que se presentaron y que repercutieron creando dudas y afecciones a servidores de esos centros. Buscarlos, protegerlos y evitar que tengan consecuencias mayores
  8. El país tiene fortalezas y debilidades, pero de esta saldremos adelante y seguro que el concurso de las autoridades, organismos internacionales, sector privado, partidos políticos, iglesias, sociedad civil, harán que eso transcurra con menos trauma que que sufren hoy otros países.