La celebración de la navidad generalmente es motivo de alegría. Porque es un tiempo para el reencuentro familiar, para renovar las esperanzas. El nacimiento de Jesús, como se recuerda y se celebra de acuerdo a la tradición religiosa, es motivo de replantearse muchas de las cosas que hemos vivido durante el año.
Celebramos la navidad con fe y amor hacia los que nos rodean, especialmente hacia los familiares más cercanos, nuestros compañeros de trabajo y los que compartimos una esperanza por un mundo más justo, más honesto, más comprometido con la prosperidad y la felicidad de las personas.
En estas fiestas reiteramos el compromiso de acompañar a nuestro pueblo en la búsqueda de la redención. Lo hacemos comprometiendo nuestro trabajo con la honestidad, el amor por la verdad y sirviendo informaciones, historias, noticias y opiniones apegadas a los valores de libertad, justicia y honestidad que hemos aprendido y con los cuales tenemos un sólido compromiso.
Rafael Toribio, profesor y amigo, recientemente ha escrito un mensaje de navidad que remitió a sus relacionados más cercanos, y que asumimos como nuestro, en el que se plantea una reflexión al final del año, que nos anima a seguir adelante. Es esta:
Reflexiones al atardecer
Cuando somos conscientes de que el tiempo que nos queda por vivir es sustancialmente menor que el vivido, hay creencias que se fortalecen y otras que se modifican; incógnitas que se esperan descubrir; no se renuncia a la esperanza, aunque se marchiten las ilusiones; comprendemos que lo absoluto es que muchas cosas son relativas; que no es lo mismo existir que vivir; que reflexionar sobre el pasado permite comprender y vivir el presente y, sobre todo, asumir el futuro como una ventana de múltiples oportunidades.
En esta etapa se avalúan luces y sombras en el trayecto recorrido, comportamientos de los que nos sentimos orgullosos y de otros no tanto; decisiones que debieron ser tomadas; iniciativas que debieron ser apoyadas o rechazadas; afectos que debieron ser demostrados; apoyos que debieron ser ofrecidos y se buscan respuestas sobre temas radicales de la existencia humana.
Sé que quedan muchas cosas por hacer y desafíos que enfrentar, pero al menos, tengo claridad y decisión sobre estas:
No quiero ser comparsa o quorum; que otros definan mi agenda y prioridades; hacer lo que debo hacer y no lo que quiero hacer; hacer siempre lo “políticamente correcto”.
Tampoco que la prudencia me haga callar lo que tengo que decir; decir si cuando lo que quiero y debo es decir no; pensar que siempre tengo la razón; imponer lo que pienso en vez de defenderlo con prudencia y respeto.
No deseo solo cumplir, en vez de comprometerme; prescindir de lo que me sobra y no de lo que necesito; solo comprender al otro en vez de aceptarlo y valorarlo como es; estar, sino ser. No solo vivir, sino convivir
Estas son las reflexiones que quiero compartir contigo esta navidad.
Felices fiestas y realizaciones significativas en el nuevo año, pues la vida nos invita a vivirla, en las grandes cosas y también en las pequeñas.