El caso de la intoxicación sufrida por obreros que trabajaban en labores de limpieza y mantenimiento de los túneles de las presas López-Angostura y Tavera-Bao, obliga a recordar que no se trata del primer caso.
De nuevo, la irresponsabilidad y la imprevisión de una entidad estatal pone en riesgo la salud y la vida de empleados bajo su responsabilidad.
Los testimonios dados por los obreros enfermos denuncian que no se les proveyó de las necesarias medidas de protección para una labor de alto riesgo.
En marzo del año pasado (2014) murieron tres obreros que trabajaban al servicio de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de La Vega (CORAAVEGA). Arcadio Alejo Valdez, de 36 años, Randy Betances, de 32, y Ramón Castillo, de 64, daban mantenimiento a una de las alcantarillas de La Vega donde murieron asfixiados. Igual que ahora, no contaban con equipos ni medidas de prevención necesarios para un trabajo de alto riesgo.
Indigna que en nuestra sociedad todavía se trate con menosprecio a personas honestas y trabajadoras, sólo porque no cuenten con influencia y poder
Por suerte para los obreros que trabajan en los túneles de las presas, pudieron salir con vida y ser trasladados a un hospital a recibir cuidados médicos.
Estuvieron a punto de perder la vida por la irresponsabilidad de quienes los contrataron.
Corresponde a las autoridades del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI) velar por la salud de estos obreros y compensarlos económicamente por los daños recibidos.
Indigna que en nuestra sociedad todavía se trate con menosprecio a personas honestas y trabajadoras, sólo porque no cuenten con influencia y poder.
Estos hechos nos deben llevar a reflexionar sobre el largo camino que nos falta recorrer para poder alcanzar una verdadera democracia, con justicia y garantía de derechos para todos y todas, sin importar la condición socioeconómica.
O acaso ¿estos obreros no son personas?