La relación espacio público-espacio privado es un tema de interés para el desarrollo estratégico de la ciudad de Santiago por cuatro razones fundamentales: Primero, porque permite visualizar cuál es la preponderancia que se le otorga a la ocupación del territorio, desde el punto de vista del status jurídico. La tendencia crítica de no vincular la trama urbana existente con la nueva que se crea. Segundo, porque permite indagar sobre el comportamiento que tiene el actor privado sobre el espacio público.
La “proyección” de lo propio sobre lo común que desarrolla aquél sobre éste, por ejemplo cuando ocupa ilegalmente las aceras con actividades de tipo comercial (venta de muebles, alimentos, entre otros), industrial (talleres mecánicos, de autos, entre otros) o de estacionamiento (parqueos y marquesinas sobre el espacio público). Tercero, porque permite definir el nivel de formalización de los sectores urbanos a partir de la demarcación establecida entre la vía pública y las edificaciones. Mientras en algunos ensanches, urbanizaciones y residenciales la frontera entre lo público y lo privado está claramente definida, en otros, especialmente en los barrios espontáneos, esta frontera es difusa.
Cuarto, finalmente, porque posibilita analizar cuál es el comportamiento del Ayuntamiento del municipio de Santiago y de todos los actores estratégicos respecto al compromiso de proteger, revalorizar y/o rescatar el espacio público como ámbito particular de la vida en convivencia. Una reflexión sobre todos estos aspectos contribuye a conocer qué tipo de ciudad es la que se está construyendo, qué tipo de ciudad se dejó de construir, y, cuál es la tendencia del tipo de ciudad que se quiere construir a futuro. Cuando la ciudad excluye los espacios públicos (parques, áreas verdes, espacios de recreación) por la rentabilidad del suelo o de la seguridad personal que otorga mayor prevalencia al espacio privado, se vuelve una ciudad de paso. En consecuencia, se limita la posibilidad de pasear, ejercitarse, y recrearse y/o encontrarse con el otro en el espacio que es propio de la ciudadanía.
El tema que analizamos hoy es vital. Fue examinado en el Capítulo III sobre Uso de Suelo y Ordenamiento formulado para el diagnóstico que se utilizó como fundamento del PES 2020. 48 técnicos institucionales avalados por 245 entidades, concluyeron que núcleos importantes del sector privado evidencian una permanente e incontrolable invasión del espacio público de Santiago. Buhoneros, vendedores callejeros, carretilleros, camioneteros, concheros, taxis, constructores, empresas promotoras de viviendas y edificadores. También pequeños y grandes empresarios, malos políticos, aviesos funcionarios y despiadados regidores asociados a empresarios privados de varios niveles. Todos constituyen un “Gran Cártel” contra Santiago con decenas de años utilizando todo tipo de subterfugios, artimañas, tratativas y estratagemas semilegales.
El análisis crítico de este problema permite conocer qué tipo de ciudad es la que se construye y desarrolla. Qué ciudad se dejó de construir, y cuál es la tendencia de la ciudad que se pretende desarrollar a futuro. Si Santiago sigue “entregando” por la rentabilidad del suelo, en vez de “recuperando” sus espacios públicos (áreas verdes, parques, vías, zonas de recreación, calles, aceras, reservas naturales y otros), y le otorga mayor preeminencia al espacio privado, entonces ésta será una ciudad para ir de paso donde la habitabilidad y calidad de vida estarán entre dichas. Nunca un buen lugar vivir y menos la metrópolis a la que aspiramos para crear, innovar y producir .
Si tomamos como referencia los últimos 50 años la apropiación del espacio público ha sido dramática. En relación a la superficie total de su territorio, mientras en 1960 el espacio público ocupaba el 36.5% (1.82 km2) y el espacio privado el 63.5% (3.18 km2) de la superficie total de la ciudad de Santiago. En el 2010 esta relación disminuyó porcentualmente a un 16% (14.6 km2) para el espacio público y se incrementó en un 84.0% (76.0 km2) para el espacio privado. Durante este período, mientras la superficie total de la ciudad se incrementó 18 veces (85.6 km2) la correspondiente al espacio privado fue de 24 veces (72.82 km2) y la del espacio público de apenas 8 (1,27 km2). No obstante este incremento en ambos tipos de espacios, la disminución porcentual del 20.5% que sufrió el espacio público se trasladó al aumento porcentual del espacio privado.
La causa fue la estructuración de la ciudad a partir de un modelo de agregación de partes o sectores territoriales; modelo por el cual, de manera simultánea con el aval oficial o no, los actores estratégicos privados incorporan paulatinamente territorios a la trama. Al no contarse con una planificación estructurada del desarrollo urbano, el sector privado y las “invasiones” ilegales, inducen dónde y cómo debe estructurarse Santiago. Si se consideraba el área urbana del municipio Santiago en 90.6 Km2 (2010), el índice de permeabilidad en esta trama urbana es de apenas 0.17, lo que representa una reducción del 50.0% de dicho indicador de acuerdo a parámetros internacionales (0.35-0.40). Santiago se ha llenado de concreto, block, varilla y cemento tirado caóticamente sobre su rico suelo.
Ya basta, con el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) necesitamos alinear en una sola dirección la utilización armónica de los terrenos, su uso regular, su valor de su uso y su propiedad. Cada categoría tiene su concepto y aplicación normativa. Usted puede ser dueño de una propiedad, obtenida por medios lícitos o ilícitos, pero su valor para la ciudad no se corresponde con su uso actual.
Observando la ley, pero imponiendo los intereses de la colectividad por encima de los miramientos de la individualidad. Así mismo hay que imputarlo con la razón y la fuerza en el Centro Histórico, en las vías de salida de la ciudad, en los parques, zonas naturales protegidas y sobre todo en las calles y aceras de Santiago, donde los vehículos de motor, el sector privado, los micro y medianos comerciantes se adueñan de todo.