El gobierno ha presentado su plan para recuperar el turismo y la iniciativa merece ser bien acogida. Responde a un reclamo generalizado que empresarios, empleados y otros agentes económicos manifiestan en todos los países con dependencia importante de la actividad. Seria irrealista, sin embargo, pensar que los esfuerzos nacionales contemplados en el plan van a producir la anhelada recuperación en los próximos meses. Ellos ayudarán a los operadores del sector, pero solo el recobro de la confianza del viajero garantiza un pleno restablecimiento de los flujos turísticos.

El Plan de Recuperación Responsable del Turismo descansa sobre cuatro “pilares”: gobernanza, gestión del riesgo sanitario, comunicación y apoyo económico. Sobre lo primero se crea un “gabinete turístico” compuesto por los ministerios de Trabajo, Salud y Turismo, la DGII y ASONAHORES, el cual garantizará la ejecución del Plan para “salir más fortalecidos y en mejores condiciones una vez pase la pandemia.” Obviamente, la creación es apropiada en tanto el abanico de medidas compete directamente a cada una de esas entidades. Aunque ellas venían actuando coordinadamente, la formalización del compromiso habrá de redundar en una mejor gestión.

Pero la mejor gobernanza no será una panacea. De mucho mayor importancia son las medidas relativas a la gestión del riesgo sanitario. La percepción de nuestro destino turístico dependerá en gran medida de que ese riesgo se logre tener bajo control y, mejor aún, desaparezca del escenario. Los turistas no se materializarán masivamente en el mundo hasta tanto haya quedado atrás la pandemia o se haya vacunado la población mundial. Sera entonces cuando se recupere totalmente la confianza y los potenciales viajeros despejen sus temores frente al virus. El complemento de ese crucial factor será, por supuesto, la recuperación de las economías de nuestros mercados emisores.

Mientras, las medidas contra el riesgo de contagio tendrán un efecto positivo. Debemos labrarnos una reputación de seguridad como lo han conseguido Costa Rica, Uruguay y Nueva Zelandia. Han sido correctas sobre todo las medidas de no exigir una prueba previa a la llegada y, una vez consensuados, la aplicación de los protocolos de salud para toda la industria. Esto ultimo incluye a los suplidores, contratistas y empleados que fluyan hacia y desde los hoteles, además de la frecuente realización de pruebas. Atinada también es la decisión de otorgar por lo que resta del año, a todos los visitantes extranjeros un seguro de asistencia que cubra, a costa del Estado, además de los costos de salud generados por el contagio local, los costos de cambio de vuelos y de estadía prolongada. Algunos países exigen que el viajero sea quien cargue con los costos del seguro.

En adición, la gestión de riesgo incluye en los hoteles un protocolo de manejo para los casos positivos. Estos contarán con áreas de manejo de los contagiados y personal médico que actuará para prevenir el contagio y tratar los pacientes. El protocolo incluye además el uso obligatorio de mascarillas, el distanciamiento social y una nueva normativa laboral para “minimizar y mitigar los riesgos de los empleados.” Se creará un “cordón sanitario laboral” para el mantenimiento del empleo “de manera costo efectiva para el empresario, que garantice los derechos de los trabajadores y minimizando el riesgo de contagio de todos. Este mecanismo será trabajado y revisado de la mano con el sector laboral y empresarial.”

En materia de comunicación, el Plan implica usar narrativas en la promoción que estén dirigidas no solo al “viajero del siglo XXI, sino a un viajero post pandémico, que demandara mas seguridad, más información, más tecnología, mas accesibilidad y sobre todo mayor sostenibilidad.” La inversión prometida equivale a RD$420 millones y estará concentrada en asegurar que las líneas aéreas mantengan las rutas “estratégicas” mediante “acuerdos de promoción y garantía de cupos en vuelos hacia los destinos turísticos locales.” El MITUR trabaja también en la promoción digital, siguiendo el ejemplo de México en esta materia. Pero todas estas medidas no podrán generar el flujo de turistas deseados a menos que, como se señaló anteriormente, los viajeros potenciales recuperen la confianza y dispongan de los recursos para vacacionar, algo que depende de la recuperación de sus economías emisoras.

En el pilar del apoyo económico se prevé, después de un dialogo con el sector, que a partir del 1 de septiembre regirán las siguientes medidas:  1) reducción en un 35% de la tarifa APA para el periodo septiembre-noviembre, 2) eliminación del pago del anticipo por seis meses para el sector, 3) eliminación del pago del 1% de los activos para el sector hasta junio del 2021, 4) extensión por un plazo de dos anos del inicio y termino de los proyectos de aprobados por CONFOTUR, y 5) flexibilización del horario para restaurantes de entrega a domicilio y para las empresas de delivery. Además, se trabajará estrechamente con el Banco Central para “seguir viabilizando que las pequeñas y medianas empresas turísticas cuenten con la liquidez necesaria para sortear esta crisis.”

Si las generosas medidas citadas fuesen insuficientes, el gobierno anuncia que está creando un “fondo de garantía publica para las carteras de crédito del sistema financiero.” Además, se anuncia también que se trabaja con el BID para “implementar un programa de traslado de riesgo crediticio para el sector.” Este programa canalizará “fondos que soporten el crecimiento del sector mientras transita de la recuperación que este conjunto de medidas producirá.” Estas medidas lucen en extremo generosas y, aparentemente, traspasaran al Estado la responsabilidad por el impago de amortizaciones que fueren producidas por la pandemia. Si a otros sectores no se le ha ofrecido tal espaldarazo, lo menos que pudiera pedirse es que los beneficiarios sean escogidos por estar manteniendo el empleo.

Es necesario advertir que todos los estímulos (monetarios, crediticios, impositivos) tendrán un limitado impacto sobre el flujo turístico porque si no hay una vigorosa demanda por los servicios turísticos las empresas no se recuperaran. Y eso es solo posible cuando se contenga la pandemia, local e internacionalmente. Por eso lo que esta a nuestro alcance, que es la contención del riesgo de contagio y la seguridad sanitaria local, es más importante en estos momentos que todos esos estímulos económicos.

En términos generales, el Plan acusa aciertos justificables en termino del alivio impositivo a las empresas y la modesta inversión en promoción. Es de cuestionarse, sin embargo, el sesgo que favorece al empresariado sectorial si a otros sectores de la economía no se le trata con igual grado de generosidad. (Sin duda, la erudición empresarial del MITUR ha sido responsable.) Afortunadamente, el presidente Abinader advirtió que las medidas reseñadas representan un “primer abordaje” y que las autoridades se mantendrán monitoreando constantemente “el impacto y la efectividad de cada iniciativa implementada.” Esa es una saludable intención porque hasta tanto no llegue la vacuna salvadora la recuperación lograda será muy limitada.