El maestro Cándido Bidó fue sepultado ayer en Bonao, el pueblo que le vio nacer y donde reposan los restos de sus ancestros. Cándido fue un hombre del arte que hizo escuela, sembró en terreno fértil, proyectó el nombre del país y consolidó una institución cultural con profundas raíces dominicanas.

El fallecimiento de este maestro de la pintura enluta a toda la sociedad dominicana. Cándido Bidó fue, además de un gran artista, una persona de una calidad excepcional, un hombre que hizo su trayecto por la vida aportando, construyendo, dando de sí para que el país fuese más sensible al arte, a la bondad, al entendimiento, a la bellaza y a los placeres de la cultura.

Cándido fue un hombre bueno, bondadoso, humilde, entregado a una causa cultural con una proyección universal. Por eso, su pueblo, Bonao, ha sido y debe seguir siendo una comunidad de altísima proyección, en donde los jóvenes más humildes tengan la posibilidad de seguir recibiendo la enseñanza que proponía y ofrecía el Museo y la Plaza de la Cultura Cándido Bidó.

El desafío de las autoridades locales de Bonao es mantener ese legado, con la familia de Bidó, con sus alumnos más destacados, entre ellos Cristian Tiburcio y Julio Valentín, además de muchos otros de los pintores, escultores, fotógrafos que recibieron el beneficio de la proyección de Cándido Bidó.

El maestro Bidó sabía que proyectaba una sombra protectora a favor de los jóvenes que abrevaban en su sabiduría y enseñanza. Y era humilde en ese reconocimiento. Hizo y mantuvo la Bienal del Museo Cándido Bidó y entregaba cada año La Paleta de Níquel, como el gran premio de esa bienal.

El maestro Bidó creo sus propios colores. Existe, bien definido y hasta patentado, un azul Bidó y muchos otros colores, que dieron características a su pintura naive, ingenua, pero llena de dominicanidad.

Ahora corresponde a su pueblo, a las autoridades de Cultura y al país, proteger el patrimonio creado por Cándido Bidó y heredado por nosotros de su extraordinaria trayectoria como creador consumado. Honor al maestro Bidó.