Decidido el candidato danilista que se enfrentará a Leonel Fernández, en las primarias del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el 6 de octubre, era de esperarse que desde el gobierno se tomaran las medidas de lugar para organizar la ofensiva y trabajar con todos los medios disponibles, incluyendo recursos estatales, para aplastar al leonelismo no sólo en la elección del candidato presidencial, sino también en las candidaturas al Congreso y a los municipios.
Podemos protestar, como lo acaban de hacer el Partido Revolucionario Moderno y Participación Ciudadana, pero lo tradición ha sido que el partido que detenta el poder utiliza los recursos públicos en los procesos electorales. Y en el caso de las elecciones internas o primarias, se está repitiendo la historia, porque cuando Danilo se enfrentó a Leonel Fernández en el 2007, para las presidenciales del 2008, su frase lapidaria fue “me venció el Estado”. Aquellas fueron también unas primarias del PLD.
Aunque resulte paradójico, Leonel Fernández acaba de reunirse con el Pleno de la Junta Central Electoral, a quien le explicó su falta de confianza en los delegados de su partido en ese organismo, pues la mayoría responde al danilismo, y se le permitió designar dos enlaces suyos con la JCE: Fernando Fernández y Rubén Maldonado. Si recordamos, es Leonel Fernández el político que más ha utilizado los recursos públicos para sus campañas políticas, incluyendo aquella confesión en Nueva York de que para ganar las elecciones que se veían en manos de la oposición sólo había que invertir 40 mil millones de pesos. Y no fue así, pues para lograrlo en el 2012 tuvo que generar un déficit de más de 150 mil millones de pesos.
El Partido Reformista Social Cristiano, cuando fue gobierno utilizó a manos llenas los recursos públicos para sus propósitos electorales, y lo mismo hizo el Partido Revolucionario Dominicano. Ese sino, esa fatalidad, ese fraude persiste, y desde el 2004 lo está utilizando el PLD, con Leonel y con Danilo, pese a que este último prometió “continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo”. Ese mal se sigue repitiendo, el uso de los recursos públicos para fines políticos y electoreros.
En los 20 días que quedan de pre-campaña, con miras al 6 de octubre, seremos testigos de un gran esfuerzo del oficialismo, y es probable que cada día se vaya achicando la oportunidad de Leonel Fernández de volver al poder, porque el efecto de la insistencia del Estado, y lo que significa la acción estatal en términos electorales, es algo a lo que nos hemos acostumbrado y a lo que la sociedad también se acomodó, porque fueron los políticos los que sembraron el clientelismo, el dame lo mío, y el participar en política en procura de ventajas y no del bien de la colectividad.
Estamos ante un país enajenado. Una sociedad con la mano tendida, a la espera de la cajita, de la fundita, de la canasta, del cerdo, el salchichón y cualquier otro objeto, porque hacer política hoy día significa dar algo para poder pedir el voto. Quien más puede es el Estado, quien está en el Estado, y quien menos puede es quien está fuera del Estado tratando de llegar. Esa es la democracia electoral que nos hemos dado y a la que nos hemos acostumbrado. ¿Quién cambiará esa vieja costumbre? Pese a todas las promesas, no parece que haya quien cumpla su palabra en este sentido, porque siempre habrá elecciones y manos tendidas, además de mucha pobreza y grandes masas de necesitados pidiendo “lo mío”.
Pero algún día habrá oportunidad de que esto termine. Pasarán muchos años aún con este triste designio del voto que se adquiere con la esperanza de llenar la panza el día que transcurre.