La presidenta del Senado, Cristina Lizardo, dijo que esta semana podría ser aprobado, sin modificaciones, el proyecto de presupuesto y ley de gastos públicos para el 2016.

Lizardo, que es una persona muy cautelosa al hablar, dijo que la Comisión que estudia el proyecto se reunió y tiene un informe favorable a la aprobación sin modificaciones de la pieza elaborada por el gobierno.

La Comisión del Senado que estudió la pieza es apenas una parte del proceso, porque en la asamblea los senadores pueden hacer sugerencias y modificaciones.

Es normal que el gobierno trabaje el proyecto de presupuesto, que lo ajuste a sus necesidades y que lo envié “amarrado” al Congreso Nacional, donde no puedan hacer cambios. Ese es el deseo del gobierno, pero no puede ser asumido por los legisladores, porque su trabajo es precisamente servir de equilibrio entre las aspiraciones del Poder Ejecutivo y lo que puede aprobar el poder legislativo.

El Senado de la República, ni la Cámara de Diputaos, pueden renunciar a ejercer el rol de control del Poder Ejecutivo que les corresponde. Es lo que postula la democracia representativa, y en la medida que los senadores ejerzan su trabajo se fortalece el sistema democrático, el nivel de control que debe tener el Congreso sobre el Poder Ejecutivo.

No importa que el Partido de la Liberación Dominicana sea quien controle el Gobierno y quien controle el Congreso. La democracia debe ser ejercida por los legisladores, que deben representar los intereses de las comunidades que representan, tanto las provincias como los municipios y las representaciones de segmentos poblacionales.

El presupuesto nacional de cualquier año electoral está por encima de cualquier presupuesto de otros años que no sean electorales. Al Senado y a la Cámara de Diputados les toca la responsabilidad de ser garantes del equilibrio, de postular porque las aspiraciones más sentidas de la sociedad dominicana se conviertan en realidad. Así ha ocurrido en el pasado con las leyes aprobadas por asignar fondos específicos para la educación, por ejemplo.

Cada congresista tiene un compromiso con sus representados, a quienes debe dar cuenta de sus actuaciones oficiales. Si no ocurre así es por una deficiencia de nuestro sistema democrático, que deberá ser superado tan pronto como sea posible. Llegará en el momento que los legisladores para ser electos sean evaluados por su cumplimiento en la aprobación de leyes en beneficio de sus representados, y de no ser así que sus electores no le vuelvan a reconocer con sus votos.

Cristina Lizardo, como presidenta del Senado, conoce del compromiso de mantener independiente al poder legislativo del poder ejecutivo. En eso consiste la fortaleza de nuestro sistema democrático. Y si una instancia como el Senado no ejerce su rol, le estaría haciendo un flaco servicio a los procesos institucionales dominicanos.