Merecido el homenaje de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) a la abogada Carmen Josefina Lora Iglesias, más conocida como Piky Lora, ya fallecida. Luis Henry Molina, nuevo presidente de la SCJ, ha establecido que cada acto de juramentación de nuevos abogados se realice un reconocimiento a juristas destacados, incluso ex jueces, que han servido al poder judicial con honor y honradez.

Estos actos se realizan en presencia de los familiares más cercanos de los que reciben los homenajes. En el caso de Piky Lora estuvieron presentes sus hijas, dos de ellas bien conocidas (Patricia Solano y Laura Acosta), además de Huchi Lora, hermano de Piky, y otros allegados.

Luis Henry Molina pronunció un discurso, de rigor en estos actos, en que abordó asuntos delicados vinculados a la independencia de los jueces en la toma de decisiones, y el respeto que todo el mundo debe a los magistrados en funciones, aún en medio de contradicciones.

No mencionó el nombre de Miriam Germán Brito, pero todo el mundo ha entendido que Luis Henry Molina se refería a ella. Y no está de más recordar que el pasado fin de semana, la pensionada jueza de la SCJ recibió un reconocimiento de la Comisión Dominicana de los Derechos Humanos, y allí reveló el acoso al que estuvo sometida por la Procuraduría General de la República, antes y después de la evaluación del Consejo Nacional de la Magistratura.

Hay que reconocer que son valientes las palabras de Luis Henry Molina, y que no se trata de un atrevimiento, sino de colocar en su justo lugar un rol que corresponde hacerlo precisamente a la cabeza del poder judicial dominicano, pues Luis Henry Molina es también presidente del Consejo del Poder Judicial. Tendremos que acostumbrarnos a la honradez y valentía del presidente de la SCJ, y entenderlo. El pasado presidente jamás hizo algo parecido, pese a que era su deber defender el rol de los jueces y sobre todo su independencia en la toma de decisiones afianzadas en las leyes.

Luis Henry Molina habló a la sociedad de la necesidad de “represar a las fuerzas” que actúan contra los jueces, incluso valiéndose de la “inaceptable” afrenta que constituye vulnerar su privacidad. Ahí solo falta el nombre de Miriam Germán Brito, quien fue más que vulnerada en su privacidad y en su dignidad, atribuyéndole vínculos y relaciones, jamás demostradas, con el narcotráfico.

Molina dijo que la SCJ trabaja “diariamente para construir un marco y un proceso de cambios que abone y fortalezca la verdadera independencia de los poderes públicos”, lo que pasa, por impedir la “inaceptable” práctica de “que una jueza vea vulnerada su privacidad y reciba acoso por sus posiciones en un caso”. El caso Odebrecht, decimos nosotros.

Y algo que se practicó con frecuencia en la presidencia de Mariano Germán, contra jueces que fueron sancionados con traslados indebidos, negadores de la libertad y del rol que corresponde a los magistrados. Esto fue lo que dijo Luis Henry Molina:

“No es posible que exista un juez que sea trasladado porque a su superior no le guste su decisión ante un caso”, cuando su accionar independiente se sustenta «en la aplicación de las reglas éticas, disciplinarias y jurídicas que limitan y protegen la función judicial”. Cientos de casos están relacionados con estos abusos, y lo que nos está diciendo Luis Henry es que en su gestión esto terminó.

Molina consideró que “es necesario represar las fuerzas que tratan de derribar la integridad de los jueces y juezas y que ponen en peligro la legitimidad de quienes tienen que salvaguardar el Estado de Derecho, la entereza moral, que es un reclamo de toda la sociedad, pero sobre todo una necesidad de la convivencia social a la que no se puede dar la espalda”. Esto es una gran verdad, y hace mucha falta que se concretice en el poder judicial, en donde ha habido poca transparencia en los últimos años.

El trabajo de la Justicia requiere ante todo, según el magistrado presidente de la SCJ, “independencia interna, esa que plantea que la administración de justicia responde solamente a la autoridad de las reglas que le gobiernan y cuya aplicación no puede conllevar intromisión en aspectos jurisdiccionales”.

Y dijo más: “El Poder Judicial, sus jueces, los auxiliares de la justicia y la sociedad deben saber que estamos trabajando para lograr la independencia. Con hechos, omisiones y decisiones podemos lograr que sus roles y rasgos cada día abonen a una labor judicial más independiente. Lo dicho es posible solamente abrazando las reglas que le dan forma y sentido, los valores que sustentan y preservan la función de jueces, juezas y auxiliares. Pues la función judicial es una concatenación de acciones y roles relacionados que son anticuerpos”.

Y finalmente dijo que “la confianza es un recurso no renovable y la palabra empeñada vale poco sin el respaldo de la acción comprometida”.

Son palabras luminosas, de compromiso, que fortalecen la credibilidad y capacidad del poder judicial en su conjunto, al pronunciarlas el nuevo presidente de la SCJ. El hecho de haber sido designado por un Consejo Nacional de la Magistratura politizado, y que fuera el mismo consejo que puso en retiro a Miriam Germán Brito, no descalifica a Luis Henry Molina en lo que está haciendo y en lo que dijo. Nuestro reconocimiento a su compromiso