La semana que se inicia habrá una reunión del Consejo Económico para el Caribe (CARICOM), en Puerto Príncipe, Haití, en donde se planteará la discusión sobre la sentencia del Tribunal Constitucional de la República Dominicana sobre el tema de la nacionalidad.

Entre los miembros del Caricom hay varios estados indignados con la decisión del Tribunal Constitucional. Ya hubo una reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, donde se produjeron duras críticas al país, y el secretario general José Miguel Insulza dejó claro que se trata de un tema de derechos humanos que debe discutirte en la Comisión  Interamericana de Derechos Humanos y en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

El anuncio de la reunión en Puerto Príncipe lo hizo el presidente de Haití, Michael Martelly. El primer ministro de San Vicente y las Granadinas anunció al presidente Danilo Medina que estará pidiendo al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que en la próxima reunión de diciembre en Caracas, PETROCARIBE se encargue de discutir la sentencia y las medidas posibles de adoptar contra la República Dominicana.

Si el gobierno dominicano hace caso omiso al movimiento regional, y entiende que es posible manejar la queja de los países del mismo modo que maneja las quejas internas, podría estar equivocado en sus decisiones. También, si se adopta la hipótesis de que se trata de una conspiración contra el país, manejada por intereses de las grandes potencias, y que internamente está siendo apoyada por “traidores a la patria”, también se equivoca y trilla el camino del fracaso.

Incluso, lo más grave, si el gobierno sigue guardando silencio ante la andanada de actos de violencia y vandalismo desatada por los partidarios irracionales de la sentencia (queda de libros, declarar no grato a Mario Vargas Llosa, expulsar del país al hijo de Vargas Llosa, imprimir millones de panfletos llamando a matar a los periodistas Juan Bolívar Díaz y Huchi Lora, dar calor a los que proponen que el país se aisle de la comunidad internacional), recorre el camino equivocado y podría quedar como el auspiciador de cada uno de esos actos.

Nadie del gobierno ha dado señales de interés en guardar distancia de esas irracionalidades.

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