El presidente Danilo Medina estuvo este fin de semana en Bonao y en Azua, en actividades proselitistas, y en Santo Domingo norte en una visita sorpresa, donde prometió un préstamo de 8.8 millones de pesos a los miembros de una cooperativa agropecuaria.

En Azua proclamó la candidatura a la reelección del actual senador del Partido de la Liberación Dominicana, Rafael Calderón, y allí fue acompañado de Miguel Vargas Maldonado, presidente del Partido Revolucionario Dominicano.

Calderón fue dirigente del PRD y en las elecciones del 2010 se pasó al PLD porque Miguel Vargas Maldonado le impuso un candidato a senador, por encima de su voluntad y popularidad, y entonces fue el PLD quien lo llevó como su candidato. Y triunfó. Las cosas de la vida, ahora Miguel Vargas Maldonado y Rafael Calderón, antiguos adversarios, se juntan con el mismo propósito de promover a Calderón para que siga en el senado y a Danilo Medina para que continúe en la presidencia de la República.

El presidente también acudió a la provincia Monseñor Nouel para proclamar la candidatura a la reelección del senador Félix Nova. Un peledeísta de toda la vida, y por demás, siempre adherido al grupo que acompaña al presidente Danilo Medina, Nova es una carta importante que se mantiene por el PLD en Bonao.

El presidente sale a proclamar candidatos a posiciones que ya detentan. Lo mismo ocurrirá con el propio presidente Medina. Es una forma de comenzar a moverse en la contienda política abiertamente. Los presidentes dominicanos nunca abandonan la actividad política, siempre están sembrando y colocando postes para cuando sea necesario hacer uso de ellos. Este es un caso.

Danilo Medina no ha tomado vacaciones en tres años, y pese a la afección que tuvo en el rostro por motivo del estrés a que estaba sometido, nunca quiso desestresarse tomando un descanso, por ejemplo.

Lo que va a ocurrir a partir de ahora es que los opositores intensificarán su campaña electoral, arreciarán los ataques, tratando de ganar espacio en la competencia electoral con el presidente de la República, y no se detendrá este proceso hasta que concluyan las elecciones presidenciales de mayo del 2016.

Lo preocupante es que también los ministerios oficiales se pondrán a tono con la campaña electoral. Ya no será seguir un cronograma oficial, o una ejecución presupuestaria de acuerdo a lo establecido en cada ministerio, sino en relación a lo que más conviene al candidato presidencial a la reelección, porque la realidad demanda ese comportamiento y no otro.

Y obviamente esto representa una falta de institucionalidad política y un deterioro de las condiciones en que el gobierno ofrece sus servicios a la ciudadanía y ejecuta su programa de gobierno. Ahora con más evidencia que en cualquier otro momento el clientelismo político se hace presente y entorpece las tareas necesarias y de buenas intenciones que realizan las autoridades. Se entiende que hay que poner los intereses electorales por encima de cualquier otro interés de la nación, y que vale la pena promover las aspiraciones del presidente de la República y de su equipo en el Congreso y en los Municipios, en aras de unas ventajas que se buscará del modo que sea, incluso por encima de la ley.

Y quienes deben evitar que esto ocurra deben las autoridades, comenzando por el mismo presidente de la República, quien está en el deber de dejar clara la línea de acción de todo el gobierno, para que no le acusen de abuso de los recursos del Estado en una campaña electoral en la que salió desde el principio con ventajas.