Este domingo 16 de agosto, Día de la Restauración, la República Dominicana asiste al traspaso de mando del gobierno del presidente Danilo Medina al gobierno del presidente Luis Abinader.

En una democracia los triunfos electorales de uno u otro partido, uno u otro líder, han de ser hechos rutinarios y, además, saludables.

Este traspaso de mando, sin embargo, es singular porque ocurre luego de 16 años consecutivos de gobiernos de un solo partido, que antes había gobernado 4 años, lo que significa que desde 1996, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) ha gobernado 20 de 24 años. En tres ocasiones el PLD gobernó con Leonel Fernández, y en dos con Danilo Medina, quien ahora entregará el poder a Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

Otro rasgo que le otorga singularidad a este cambio de gobierno es que el PRM es un partido relativamente nuevo, que en 5 años ha logrado convertirse en el más importante al haber derrotado al PLD, de 47 años de fundado.

El presidente Luis Abinader asume la administración del Estado dominicano con grandes retos, desafíos, expectativas y esperanzas.

Ha de tomarse en consideración que tan grandes como los anhelos de cambios de la ciudadanía, son los problemas que recibe el presidente Luis Abinader

El pueblo dominicano, de manera clara y en mayoría, expresó en las urnas que quería un cambio y que ya no apoya al PLD y su modalidad de gobierno.

Ha de tomarse en consideración que tan grandes como los anhelos de cambios de la ciudadanía, son los problemas que recibe el presidente Luis Abinader. El nuevo gobernante dominicano necesitará más de los tradicionales 100 días de tregua para empezar a corregir las cosas y a mostrar resultados positivos.

En primer lugar está la pandemia de la Covid-19, que ya ha cobrado más de 1,400 vidas, ha contagiado a más de 84,400, y no se observan indicadores que indiquen que se esté reduciendo.

El otro grave asunto a enfrentar es el de la merma de la economía, la crisis que ha provocado el cese de las actividades económicas, incluyendo las que más divisas y empleos formales generan. Y lo más grave: la quiebra de miles de medianos y pequeños negocios, con la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo.

Un tercer desafío a considerar es el relativo la necesidad de rescatar y fortalecer la institucionalidad democrática, que el dilatado ejercicio de gobierno de los peledeístas debilitó mucho. Los hechos más escandalosos fueron expuestos en innúmeras ocasiones a través de los medios de comunicación.

Vinculado a ese inaplazable rescate de las instituciones está la necesidad de frenar la impunidad y llevar a cabo una firme política de intolerancia a la corrupción. Esta tarea, de manera indispensable, deberá de empezar por poner fin al tan inveterado como infame "borrón y cuenta nueva".

No se trata de perseguir por perseguir ni atropellar a nadie, pero tampoco de repartir indulgencias inmerecidas a quienes aprovecharon el paso por el Estado para traficar influencias, acumular fortunas con los recursos públicos y dañar el bienestar de la población.

Damos le bienvenida al presidente Luis Abinader. Contará con nuestro asentimiento cuando sus decisiones y políticas públicas estén cónsonas con la democracia, la justicia social y el bienestar del pueblo dominicano. Cuando este medio entienda que se ha cometido un error desde el Gobierno, también sabremos criticarlo y reclamarle la debida enmienda, con respeto, por el bien de la República Dominicana, esta patria a la que tanto amamos y a la cual nos debemos.