En diciembre del 2007 los técnicos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), ante los aguaceros provocados por la tormenta Olga, decidieron abrir las compuertas de la presa de Tavera-Bao, en Santiago, provocando la muerte de por lo menos 50 personas y daños multimillonarios a la agricultura y al país.
Se trató de una falta de previsión, de un acto desaprensivo e irresponsable, como lo calificó la Comisión de Investigación que designó el presidente Leonel Fernández. Se recuerda que el informe de los especialistas dijo lo siguiente:
“No se implemento de manera correcta el procedimiento de apertura de las 6 compuertas de la presa de Tavera, ya que las compuertas no fueron abiertas gradualmente, por pares, como manda el instructivo, sino que fueron abiertas súbitamente, las 6 al mismo tiempo, y eso provocó una descarga extraordinaria con capacidad de inundación y destrucción”.
Es decir, que un error humano, por la incapacidad de los técnicos y la falta de supervisión de las autoridades superiores del INDRHI, se provocó un daño mayúsculo a la sociedad dominicana, incluyendo la muerte de más de 50 personas.
Los técnicos que hicieron el estudio dijeron que si nadie hubiese estado presente, si hubiesen dejado la presa de Tavera sola, aún con las lluvias, no hubiese ocurrido la tragedia:
“En otras palabras, si la presa hubiese estado sola, el nivel del agua hubiese subido hasta la cota 328.90 msnm, ya que entre la cota 325 y la cota 328.90 msnm la presa acumula 54 millones de metros cúbicos de agua, lo que implica que los 51 millones de metros cúbicos que entraron durante la crecida se hubiesen almacenado en el embalse, y en caso de sobrepasar la cota 328.90 msnm el agua excedente hubiese salido libremente por el vertedero de emergencia de la presa de Bao (Floodway), sin provocar daños”.
Este caso es un ejemplo de la necesidad que tiene todo país de contar con especialistas que además de los conocimientos sean responsables y actúen con honestidad.
En Italia, país con tradición marítima, hay una gran discusión en este momento sobre las actuaciones del capital del barco Costa Concordia, que se hundió en las costas italianas por una aparente irresponsabilidad del capitán Francesco Schettino. En la tragedia murieron alrededor de 50 personas, además del daño que este caso ha provocado al turismo italiano y de las pérdidas que representa que una embarcación que costó 450 millones dólares haya zozobrado como lo hizo este, en forma absurda, por una falta de previsión, de supervisión de su capital y del equipo de mando, o porque el capitán estaba empeñado en conquistar a una dama. Y la consecuencia mayor, que el capitán haya salido huyendo en vez de coordinar las acciones de rescate de los pasajeros, entre los que se hallaban cuatro personas de la República Dominicana.
Mucho se hablará en Italia sobre este tema. El capitán está siendo procesado. Los medios lo identifican como “el cobarde”, pero en su pueblo ha sido recibido como un héroe, porque supuestamente se comportó con valentía.
Estos dos ejemplos son solamente la muestra de la necesidad de que al frente de las organizaciones, instituciones o países, por más pequeños que sean, sean colocadas gentes con responsabilidad y con conocimiento del rol que les corresponde jugar.
Precisiones de Bernardo Castellanos: