Cada país debe resaltar el heroísmo de sus hombres, en especial aquellos que han luchado por la libertad, la soberanía y la dignidad. Se trata de personas excepcionales, como Juan Pablo Duarte, quien creyó desde muy joven en la posibilidad de crear una patria libre e independiente. Le llamaron soñador, filorio, engreído junto a sus demás compañeros juveniles. La genialidad de su planteamiento sobrevivió a los pesimistas que le rechazaron.
Otros hombres, más sencillos, sin pretensiones de grandeza, hacen su obra en silencio. Hacen honor al relato bíblico de que la mano izquierda no se entere del bien que hace la derecha. Estos hombres, como Pedro Francisco Bonó, no tienen aspiraciones de poder ni de dirigir nada. Sencillamente sirven a los suyos en el lugar donde se encuentren.
De estos hombres humildes y sencillos, pero meritorios, sobran las historias. Se les encuentra por doquier. Lo andan con un sable en la mano, en peleas por asuntos religiosos o ideológicos. Se nutren del don que aprendieron de sus ancestros. Generalmente se formaron en hogares con buenas costumbres, aunque humildes, conocieron de niños y niñas las miserias de una sociedad con necesidad de desarrollo, y acudieron a escuelas donde había también magníficos maestros y maestras.
Forjaron familias a las cuales han transmitido valores y deseos de superación. Sus hijos dan testimonio de amor filial y de amor y orgullo por la herencia moral recibida. Pero eso no es suficiente. Algunos crearon instituciones para el desarrollo de sus pueblos, dejaron legados en muchos ámbitos, y hasta la gente que no les conoce físicamente les agradece lo que han hecho y su ejemplo de trabajo.
En Bonao, municipio cabecera de la provincia Monseñor Nouel, hay varios casos de munícipes con estas características. Uno bien conocido fue el maestro Cándido Bidó, ya fallecido, quien dejó un legado importante al pueblo que le vio nacer. Ese legado le sobrevive al maestro de la pintura y se extiende forjando una tradición de hombres y mujeres de la plástica procedente de ese punto céntrico de la media isla.
El otro, presente entre nosotros, es el doctor Pedro Romero Confesor, magistrado que fuera juez de la Suprema Corte de Justicia, quien fuera Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo en los últimos años del doctor Joaquín Balaguer como presidente, y quien ha sido un jurista destacado y forjador de instituciones meritísimas de Bonao.
La semana que acaba de transcurrir la Asociación Bonao de Ahorros y Préstamos realizó un homenaje al doctor Romero Confesor, con motivo del cumplimiento de sus 85 años. Se realizó en Santo Domingo, con la presencia de personalidades distinguidas y un nutrido grupo procedentes de Monseñor Nouel que han sido testigos de la extraordinaria entrega del doctor Romero Confesor a su pueblo.
Creó el Club de Leones, cuando Bonao apenas era una comunidad rural que salía de las manos del caciquismo dejado por José Arismendi Trujillo Molina (Petán), quien cercenó las aspiraciones de desarrollo de esa comunidad. Romero fundó también, con compañía de Críspulo Genao Piña y otros, la Asociación Bonao de Ahorros y Préstamos, y fue durante mucho tiempo el protector y administrador de los títulos efe propiedad de los originales dueños de tierras y parcelas productivas en Bonao.
Los testimonios que se ofrecieron la noche del martes 4 de agosto, sobre la obra de Romero Confesor lo sacan a él de su ambición de anonimato humilde. Una comunidad se siente agradecida y lo expresa, lo mismo que hicieron los antiguos compañeros de trabajo del doctor Romero Confesor en la Suprema Corte de Justicia, comenzando por el doctor Jorge Subero Isa.
Nuestro homenaje a un hombre humilde y que ha dedicado una vida a apoyar al pueblo que le vio nacer.