Danilo Medina ofreció ayer su último discurso ante la Asamblea Nacional. La próxima vez que acuda a ese escenario será para entregar la banda presidencial al presidente que resulte electo en las elecciones de mayo próximo.

Danilo Medina tardó dos horas para ofrecer un informe de sus siete años y medio de gobierno, entre el 2012 y el 2020. Por lo visto, resolvió o ayudó a mejorar los grandes problemas de la sociedad dominicana: Electricidad, educación, generación de alimentos, enriquecimiento a través del turismo, reducción de la pobreza, eliminación del analfabetismo, amplia mejoría de los servicios de salud, cambio de las condiciones del sistema penitenciario, acceso al crédito de las micro y pequeñas empresas, además de haber logrado el crecimiento de la economía más alto durante los siete años y medio de toda América Latina.

El presidente, por tanto, ha dicho que se marcha muy satisfecho, porque ha cumplido todas las promesas que hizo en su programa de gobierno, y al momento de pasar balance explica que “la República Dominicana es uno de los países con menos desigualdad de América Latina”.

Medina ha tenido la suerte de contar con unos colaboradores que están sorprendidos por su capacidad de trabajo, que ni siera los domingo descansa. Le preguntan cómo es posible que en siete años medio, cada domingo, haya logrado realizar 284 visitas sorpresas, apoyar 2,400 proyectos de las más variadas índoles y haber convertido a la República Dominicana en “uno de los países donde se ha reducido el hambre”.

El presidente, pese a su satisfacción, no habló de algunos temas que son vitales, como la seguridad ciudadana, ni revisó algunas cifras como las que ofrece Oxfam, sobre la desigualdad en la sociedad dominicana, en donde está muy concentrada la riqueza, en unas cuantas familias, y millones buscan los auxilios del gobierno, que son limitados.

Oxfam ha dicho que la escasa inversión en gasto social se encuentra entre las más bajas de América Latina y es el tercer país de la región que menos ha aprovechado el crecimiento económico para mejorar la salud y la educación, manteniendo a un 50% de la población bajo el umbral de la pobreza.

El presidente no perdió la oportunidad para incluir una versión política sobre los actos de gobierno de los dos períodos que les ha tocado presidir: Que las acciones públicas, inversión y decisiones oficiales son un cambio de verdad. En respuesta a la consigna de la oposición de que el cambio va, Danilo Medina ha dicho “que este es el cambio, pero el verdadero cambio con mayúsculas”, y que quien haya visto el país en el 2012, cuando él asumió la presidencia, y lo ve ahora, tendría que exclamar que esta sociedad es completamente diferente.

Hay que congratularse del optimismo del presidente. Su análisis estadístico es muy acomodado, y en ese sentido ha sugerido a la población que ante el gobierno que se instale en agosto próximo defienda los programas sociales, educativos, económicos y de inversión de esta administración, para que no se los quiten o los regateen, porque son conquistas sociales.

¿Pensó el presidente en un gobierno diferente al suyo, que no sea de su partido, y que las autoridades que lleguen nieguen completamente lo que el presidente ha diseñado y puesto en funcionamiento a un costo muy alto?

Otro de los temas de los que el presidente olvidó tratar fue el del endeudamiento público. El país tiene una deuda de 39 mil millones de dólares. Esa deuda ha sido contraída en los últimos años. Y desperdició una oportunidad para recomendar a la sociedad políticas de higiene y protección ante la inminencia de que el coronavirus termine penetrando a la República Dominicana. El día anterior, el presidente firmó el decreto de las medidas preventivas que debían tomarse para evitar que esa amenaza nos afecte. Los daños económicos serían muy altos, y particularmente destruiría la industria turística dominicana, el motor de nuestra economía.

El presidente abordó, al inicio de su discurso, las demandas de la sociedad por la suspensión de las elecciones municipales del pasado 16 de febrero. Dijo que las entidades OEA, IFES y UNIORE realizarían una investigación, y que deberán dar a conocer lo que encuentren sobre los motivos que conllevaron al fallo y a la cancelación de las elecciones. Tal vez faltó lanzar la propuesta de diálogo directo, entre los partidos políticos, para encontrar una vía de avenencia sobre los próximos pasos que deberán seguirse era que las elecciones que nos esperan sean justas, transparentes y equitativas. Esa fue una de las faltas del discurso del presidente.

Este 27 de febrero cientos de miles de ciudadanos entraron y salieron de la Plaza de la Bandera, especialmente jóvenes, quejándose de la falta de información y de transparencia en la JCE y en el gobierno. No podemos olvidar ese movimiento, que ha dado fuerza y vitalidad a una clase media y despojada, a la que le han escamoteado la democracia participativa. Dos momentos históricos importantes, el último discurso de Danilo en la Asamblea Nacional, y el primer discurso político independiente de una parte importante de nuestra juventud.