La noche de este miércoles el presidente Luis Abinader dejó zanjado el tema de la reforma fiscal con un discurso de 8 minutos y 30 segundos. Sin muchas explicaciones.

En el tintero se quedaron muchos temas relacionados con el futuro de la reforma, con la mejoría de la calidad del gasto en los presupuestos de las entidades que tienen independencia financiera, como el Congreso Nacional. ¿Qué pasará con el barrilito? ¿Murió con este discurso el proyecto de ley de los senadores para arrasar con todas las exenciones impositivas? ¿Persistirá el senador de la provincia Santo Domingo, Antonio Taveras Guzmán en el proyecto de legislar para eliminar las exoneraciones y el barrilito?

El presidente Luis Abinader en su disertación no dejó lugar a dudas: El gobierno ha trabajado para mejorar la calidad del gasto, y entre enero y septiembre de 2021 disminuyó el gasto general del gobierno en un 255% en relación con el año anterior, en todas las partidas que no afectan el bienestar del pueblo dominicano, con un ahorro de 27 mil millones de pesos.

Varias fueron las explicaciones ofrecidas sobre la mejoría de la calidad del gasto, sobre el manejo y control de la pandemia (tangencialmente), y sobre el objetivo del crecimiento de la economía, como asunto primordial del gobierno.

No es momento de pedir a los dominicanos más sacrificios. Es el momento de estar cerca de la gente…Y por eso no vamos a aumentar impuestos . No someteremos ninguna reforma tributaria. La única prioridad del gobierno es consolidar la recuperación económica. Los necesito a todos conmigo para sacar este país hacia adelante, con el objetivo de mantener el crecimiento económico, y que llegue a todos y con una mejora de la red de servicios públicos”. Fueron a grueso modo las palabras del presidente.

El presidente informó que el periodo enero septiembre de 2021 redujo un 70% la inversión publicitaria, respecto al mismo periodo del año anterior, al bajar de 5,490 millones a 1,612 millones, y algo parecido ocurrió con los gastos discrecionales, en el mismo período, al bajarlos de 4,437 millones a 161 millones, lo que representó una reducción de un 2,648%.

Ciertamente, en la mejoría del gasto está una de las fortalezas de esta administración. Luis Abinader ha dicho que los ojos del presidente están en cada peso que gasta el gobierno.

Es la segunda vez que el presidente detiene una propuesta de reforma fiscal. Lo hizo en 2020, y lo acaba de hacer en 2021, con una administración de apenas un año y dos meses. Preocupa, sin embargo, el déficit fiscal, y preocupa el endeudamiento público para poder solventar los gastos y las inversiones que debe realizar el gobierno. 

El ministro de Economía y Planificación, Miguel Ceara Hatton, ha informado -apenas unas horas antes del discurso- que la deuda consolidada del sector público y la deuda del Sector Público No Financiero se redujo 5 puntos porcentuales del PIB, al pasar el Producto Interno Bruto a 91.6 mil millones de dólares. El coeficiente de deuda bajó de 57% del PIB al 52%. Es buena noticia, pero no es necesariamente una solución al problema que estaríamos dejando de resolver sin reforma fiscal: El déficit, con un cuasi fiscal acumulado en el Banco Central que arrastramos desde el 2003.

Buena decisión del presidente Luis Abinader, pero un tema que dejamos pendiente de solución. Tal vez lo que corresponde ahora, con más fe, es que el gobierno -como parte de su empeño en consolidar el crecimiento de la economía- que le meta el diente a la evasión fiscal, y que refuerce el trabajo de la Dirección General de Impuestos Internos en bajar -tanto como sea posible- la evasión, que a todas luces sigue siendo casi un deporte nacional, como muy bien dijera el pasado director de la DGII, Magín Díaz.

Ya conocemos mejor las grandes distorsiones que tiene nuestro sistema tributario, porque muchas salieron a flote en este tiempo de debate, pero no podemos dejar de pensar si será posible en esta administración una reforma fiscal profunda, que golpee -como quería el PRM en la oposición- la estructura de las injusticias y desigualdades económicas del Estado Dominicano.

El presidente ganará apoyo político con esta decisión, y despejará el lío que han tratado de crear los senadores para que no les toquen sus exoneraciones y barrilito, pero sigue siendo una cuestión preocupante que mantengamos el déficit fiscal y que sigamos con el endeudamiento público.

Mantenernos sin reforma fiscal seguirá siendo un riesgo. Llegará luego el momento electoral y no será prudente hacer la reforma por la cercanía de las elecciones, y los efectos que eso tendría contra el partido de gobierno. Es una preocupante paradoja a la que se enfrentan los gobiernos dominicanos.