La Asociación de Industrias de la República Dominicana celebró este martes su 53 aniversario, y fue la ocasión para reconocer la labor realizada por la entidad del Estado Proindustria, y reconocer la carrera empresarial de los hermanos José Miguel y Roberto Bonetti Guerra, así como para brindar la oportunidad a un líder empresarial para presentar -como orador invitado- una conferencia sobre sus inquietudes y anhelos: Franklin Báez Brugal.
La ocasión fue más que propicia para celebrar. Allí estuvo presente el presidente de la República, Danilo Medina, algunos ministros, líderes políticos y una gran presencia de empresarios y personajes de los organismos internacionales y otros órganos profesionales del país.
Campos de Moya, presidente de la Asociación de Industrias, expresó que “los protagonistas de este evento sin un vívido ejemplo de la necesidad de tomar conciencia de que la sociedad espera que respondamos con nuestros actos, y de que debemos tener presente que esos actos tienen un impacto, del que habrá que vislumbrar sus consecuencias”.
Este adelanto se consumó con unas palabras iluminadoras, al decir de Roberto Bonetti al momento de agradecer el reconocimiento, pronunciadas por Franklin Báez Brugal. No tuvo la pose de un discurso magistral ni doctoral, sino que su autor las definió como “experiencias, inquietudes y anhelos”.
Además de destacar un serio problema de competitividad en la industria dominicana, Báez Brugal dijo ahora se generan menos empleos que cuando no existían los acuerdos de libre comercio, y que ahora hay menos valor agregado nacional en la industria que el existente hace 20 años. Por tanto no hay satisfacción de los empresarios con los resultados de nuestro intercambio comercial con el mundo.
Entiende que moralmente los dominicanos nos hemos envilecido, porque ahora hay una gran falta de solidaridad y una gran corrupción en el país. Entiende que los dominicanos hemos perdido el respeto por la vida y nuestra capacidad de asombro.
“En nuestro país abundan casos como el de políticos que han pasado de la pobreza a la opulencia en un abrir y cerrar de ojos, empresarios que se enriquecen evadiendo impuestos, y narcotraficantes que han hecho fortuna con su actividad, y se pasean en todos los ambientes”. Eso lo dijo Franklin Báez Brugal.
Y agregó, para no dejar dudas: “Pero el poder judicial, encargado de poner coto a estos desmanes, se desenvuelve con evidentes debilidades institucionales, y un país sin una justicia que funcione de manera independiente, sin ataduras políticas, e integrada por personas capaces, honestos y responsables, es como un barco a la deriva”.
Eso generó un gran aplauso de aprobación a las palabras de Franklin Báez Brugal. Y siguió diciendo que sin un poder judicial justo “los ciudadanos se encuentran indefensos y desprotegidos a merced de la ambición de los poderosos, la voracidad de los políticos, y el antojo de los delincuentes, sujetos a un régimen en donde la impunidad es la norma y el castigo la excepción”.
Si se quieren palabras más contundentes sobre lo que nos está pasando institucionalmente habrá que inventarlas. Báez Brugal dijo que la aspiración de la sociedad es que el sistema judicial “cambie y juegue su papel, y que el Ministerio Público y jueces asuman realmente las responsabilidades puestas a su cargo, sin pactar con nadie. Que se investigue, juzgue y condene a todo aquel que haya violado la ley, sin importar sus vinculaciones políticas ni su relevancia social. Esta es la única vacuna que puede controlar la epidemia de corrupción que hace tiempo padecemos”.
Estas palabras provienen de un hombre que ha asumido con responsabilidad su rol como ciudadano, como empresario y como actor, en un país en que la precariedad en la mayoría de la población es la norma. Y Franklin Báez Brugal lo dijo en un escenario en que estaba el presidente de la República, Danilo Medina. Con tranquilidad, honestidad, sinceridad, para el bien de todos, si es que las palabras pudieran tener el don de sanar.