Cuando se inició el desayuno escolar, en el primer gobierno del presidente Leonel Fernández, se dijo que era una forma de consolidar la vinculación de los estudiantes y la familia con la escuela. Por esa vía, el Estado asumía la responsabilidad de contribuir con valores nutritivos que hacían falta en los escolares de todo el país, en especial los de las escuelas públicas.

Previo al programa del desayuno escolar, las autoridades entregaban El Vaso de Leche Escolar, en especial en las provincias y pueblos de la zona fronteriza. Era entregado para suplir la alimentación que no podían proporcionar los hogares. Era también un estímulo para que los padres y las madres se sintieran comprometidos a enviar sus hijos a la escuela, en vez de asignarles responsabilidades laborales en el campo y en los cultivos hogareños.

La decisión del Ministro Melaneo Paredes, de cancelar el desayuno escolar, ante la imposibilidad de las autoridades supervisar adecuadamente la elaboración, transporte y suministro, resulta un desacierto lamentable, que en nada ayuda en la credibilidad de las autoridades. Y sobre todo, si esta suspensión se produce después de que el presidente Leonel Fernández designara una comisión para investigar las razones por las que se estaban produciendo intoxicaciones en escolares que recibían la merienda.

Desde maestros, pasando por nutricionistas, productores nacionales e importadores, han hecho sugerencias de cómo hacerle frente a la incertidumbre que representa la entrega del desayuno escolar. El Ministerio de Educación tiene el personal, la estructura y la capacidad para saber lo que ha ocurrido en cada caso en que se han producido intoxicaciones. Nadie puede tener más informaciones sobre esos casos que los directores de escuelas en las que ha habido accidentes o atentados que producen resultados indeseados para las autoridades y, en primer lugar, para los menores intoxicados.

El Ministro de Educación no debe declararse impotente. Debe impulsar un esfuerzo para controlar, desde la elaboración hasta el almacenamiento, distribución, guarda en las escuelas y servicio del producto. Que establezca normas más estrictas y que ponga en funcionamiento los mecanismos judiciales en su poder. Lo demás es falta de voluntad y temor.