El debate de los peledeístas que siguen a Leonel Fernández y a Danilo Medina ofrece la impresión de que los políticos son irracionales, y de que se pelean por sus intereses, haciéndolos pasar como parte del interés colectivo. Es una impresión generalizada, y que invita a la gente a alejarse de la política.

Ha sido risible el espectáculo que todo el mundo ha podido ver con los que protestan frente al Congreso Nacional, y que exigen respeto a la Constitución. Allí diputados se pelean a los puños con agentes policiales, oficiales discuten con merengueros y con artistas plásticos, y se escuchan los discursos más agresivos y rimbombantes en nombre de la institucionalidad y el respeto a la Constitución.

O se escuchan los razonamientos jurídicos y políticos para modificar nueva vez la Constitución de la República y que Danilo Medina pueda optar por una segunda reelección, bajo el argumento de que al presidente no se le puede impedir lo que a otros dos ex presidentes se le permite. O que el pacto del Comité Político del PLD firmado el 28 de abril del año 2015 fue un fraude porque una minoría le impuso a una mayoría su criterio.

Las antiguas diferencias en el viejo Partido Revolucionario Dominicano ayudaron Mucho a crear también esa imagen de virulencia en la política, y de falta de respeto por los acuerdos o los derechos de los demás. Igual hubo diferencias, hasta el punto de dividirse, entre los seguidores del doctor Joaquín Balaguer y el Partido Reformista Social Cristiano.

Y ahora todo el mundo sabe que hay diferencias entre los seguidores de Luis Abinader e Hipólito Mejía en el Partido Revolucionario Moderno. La política por naturaleza se desarrolla en el debate de las ideas y en las negociaciones de posturas, posiciones, cargos, candidaturas. A eso se dedican los políticos. En España en este momento se negocia la formación de un nuevo gobierno, a cargo del socialista Pedro Sánchez, pero todo depende de los pactos que se logren para conseguir los votos en el parlamento.

Los peledeistas han demostrado capacidad en el pasado para ponerse de acuerdo. Sus diferencias los ha llevado al borde de la división, pero tanto en los años 2008, 2012 y 2016 se pusieron de acuerdo para retener sus triunfos electorales. Pese a lo oscuro que está el panorama, nadie sabe si logran ponerse de acuerdo, luego de que alguien presente una solución inteligente a sus diferencias. Hasta ahora nadie lo sabe.

Sin embargo, está demostrado que no son los políticos los más afectados por las diferencias. En el país los debates y discusiones más radicales, escandalosos y virulentos son los que ocurren en torno al tema de la igualdad de género, los derechos sexuales y la participación de las iglesias en la vida privada de las personas. Esos temas generan tanta pasión que enardecen a los más tranquilos y pacíficos.

Si no, fíjese en los detalles de las manifestaciones que se han dado frente al Ministerio de Educación, auspiciadas por iglesias y pastores , para rechazan la Orden Departamental 33-2019 que designa una comisión para conciliar un método de enseñanza de la igualdad de género en la educación pública dominicana. No hay forma de debatir ni de discutir nada, porque las descalificaciones y las sorderas y cegueras impiden que haya posibilidad de entendimiento.

Nadie escucha los argumentos del otro, y al Ministro de Educación le han descarrilado de tanta forma que hoy no sabemos si habrá política de igualdad de género o no en la educación dominicana. Personas que usted las ve en los púlpitos predicando el amor y la comprensión, favoreciendo el diálogo, se convierten con estos temas en los más irracionales promotores del odio y la incomprensión. Esa es la realidad y es lo que cada persona puede constatar al participar en un pequeño grupo e introducir el tema como debate.

Si eso ocurriera, inmediatamente los grupos se escinden y todo el mundo se ubica en una posición a favor y en contra, y las descalificaciones, las mentiras, tergiversaciones y demás formas de rechazar el discurso ajeno se hace más que visible. Se impone. Obvio, que en esto hay personas dispuestas a llegar a la violencia. Y así no puede ser. Y no hay que seguir descalificando a los políticos. Haga la prueba, proponga el tema, y ya podrá hacer la constatación.