El conflicto que tiene el senador Bob Menéndez, de New Jersey, por los intereses vinculados a su amigo, el dominicano Salomón Melgen, representa una oportunidad para las entidades oficiales de ese país dar un ejemplo. No se puede confundir la responsabilidad estatal con los afectos de amistades.
Bob Menéndez alega que actuó con transparencia, de buena fe, defendiendo los intereses de su país y auspiciando el reconocimiento que tienen las empresas de Estados Unidos de hacer negocios con otros países.
En un Comité de Relaciones Exteriores del Senado fue el único senador que mencionó el proyecto de rayos X que el gobierno dominicano no quería reconocer, y recomendó a las autoridades del gobierno de Estados Unidos presionar a la República Dominicana para acoger el negocio de los rayos X.
Hasta ahí las cosas son correctas, si nadie supiera que desde hace muchos años es amigo íntimo de Salomón Melgen, que viaja en el avión privado del médico dominicano, que se hospeda en su villa de Casa de Campo, y que incluso el avión de Melgen va desde Florida a recogerlo a New Jersey para traerlo a la República Dominicana.
También sabía que Melgen era el dueño del proyecto de rayos X, y que Pedro Pablo Permuy, su asesor durante muchos años, también estaba vinculado al proyecto, por decisión de Melgen.
El Senado de los Estados Unidos está compelido a buscar todo cuanto existe sobre este caso, y deberá auxiliarse de la investigación que realiza el FBI sobre las finanzas y otras operaciones de Melgen, incluyendo el tema impositivo, pues tiene cuentas pendientes con la oficina de impuestos por más de 11 millones de dólares.
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