El caudillismo que tanto se quiso dejar atrás en la actividad política contemporánea sigue vivo. Es una de las debilidades del sistema político moderno, que depende de los líderes mesiánicos y que se sustenta en el clientelismo.
Es lamentable que sea así, pero esa es la realidad que se está viviendo en los tres principales partidos políticos dominicanos. El reformismo tiene como caudillo a un líder de un partido diferente, el PLD: Leonel Fernández, que a su vez tiene el control absoluto del Partido de la Liberación Dominicana.
El PRD es otro caso patético. Controlado por un presidente que no toma en cuenta los órganos de dirección, que dice ser institucional y que tampoco rinde cuentas de ninguna de sus actuaciones. No existe Comisión Política, Comité Ejecutivo Nacional, ni siquiera convención, porque quien lo preside es el dueño de esa entelequia en que se ha convertido el principal partido de la oposición.
Sobre este tema es nuestro comentario de este martes: