Marie Epienne Desire Joseph tiene 37 años, nació en la República Dominicana cuando la Constitución decía que eran dominicanos todos los que nacían en su territorio. La Dirección General de Migración le entregó el lunes una tarjeta de residencia temporal, y de acuerdo con los funcionarios de la Junta Central Electoral y de Migración, ahora ella podrá realizar sus actos de la vida civil con normalidad, sin obstáculo, e incluso podría solicitar la ciudadanía dominicana.

En realidad se ha producido oficialmente el despojo de la nacionalidad de una persona dominicana, y la joven de 37 años Marie Epienne Desire Joseph, aceptó que le dieran una tarjeta de residencia temporal que la podría sacar del país en cualquier momento.

Cuando las autoridades de Migración deseen pueden detenerla, como extranjera que ha aceptado que la conviertan, y deportarla. Hay un problema: ella nació en la República Dominicana, hija de padres haitianos, no tiene a dónde acudir, no tiene documentos de identidad de Haití, no es haitiana ¿Para qué país la deportarán los señores de Migración cuando desearan deportarla?

Responderán que su destino debía ser Haití. Pero ese país no la tiene como una ciudadana haitiana, nunca emitió un acta de nacimiento, y es probable que ni siquiera la haya recibido como turista.

El Tribunal Constitucional decidió que esa es la forma de actuar con los ciudadanos “extranjeros” en “tránsito” o que sus padres se establecieron ilegalmente en el país, y de golpe y porrazo les atribuyeron la ilegalidad y el tránsito a los descendientes nacidos en territorio dominicano.

Hay que pensar en el drama que esto representa, y en las violaciones que estamos cometiendo contra derechos fundamentales. Y no se trata de imaginar que le quiten a usted la nacionalidad, o que si usted viaja que le roben el pasaporte, o que se tenga que quedar exiliado en otro país porque en su país no lo aceptan. Se trata de negar la nacionalidad a personas que tenían entendido que eran ciudadanos de un Estado democrático. Hitler y los nazis en su época, como bien ha dicho el intelectual Silvio Torres-Saillant.

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