Respetamos las posiciones, siempre contundentes, del arzobispo metropolitano de Santo Domingo, su eminencia reverendísima Monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez.

Nunca hemos dudado de su verticalidad y de sus dotes como sacerdote o como arzobispo. Sabemos de su hombría. Aunque no compartimos muchas de sus posiciones, siempre hemos escuchado sus razonamientos públicos, de carácter ético, moral, político, económico o social.

Monseñor López Rodríguez no es un hombre de duplicidades o de sinuosidades. Llama al pan pan y al vino vino. Siempre que habla dice mucho, en su contenido y en la forma en que lo dice. La recopilación de sus conferencias y sermones en dos tomos, precisamente se titula “Algo de lo que he dicho”, de más de 600 páginas cada uno.

López Rodríguez no rehúye al debate, ni tiene amaneramientos. Cuando tiene que llamar “maricón" a una persona lo hace sin que le tiemble el habla. Siempre ha dicho que debajo de la sotana que le cubre “hay un hombre”.

Monseñor merece todo nuestro respeto, y siempre hemos dicho y respetado sus posiciones. Lo que hemos pedido a Monseñor es que nos permita medirle a él con la misma vara con que él mide a los demás, que es la vara con que nos mide a nosotros, como comunicadores.

Respetamos y seguiremos respetando las posiciones de Monseñor López Rodríguez. Lo que no entendemos es por qué razón permitió que tres sacerdotes, sin jerarquía alguna para representar a la Conferencia del Episcopado Dominicano, o para representar la Arquidiócesis de Santo Domingo, leyeran un documento suyo sobre un tema tan delicado como las acusaciones contra el Nuncio de su Santidad en RD, de pederastia.

Monseñor López Rodríguez no dio él mismo la cara, como lo ha hecho siempre. Pese a la importancia del tema. Si hubo actos de pederastias se produjeron en la arquidiócesis de Santo Domingo (en el Malecón o en Juan Dolio), que es su territorio eclesial.

Se dijo que la conferencia de prensa era de la Conferencia Episcopal, pero no hubo obispo alguno. Fue una rueda de prensa de la Arquidiócesis, donde se leyó un documento del Arzobispo arquidiocesano. ¿Había una tarea más importante para el arzobispo, que le impidiera estar allí? Es muy extraño.

Decimos que la Iglesia no debe encubrir actos de pederastias. Y no pensamos que el arzobispo esté pretendiendo hacerlo, pero los esfuerzos de la rueda de prensa del jueves 5 de septiembre del 2013, dejan muchas dudas sobre sus intenciones éticas y morales. Aunque el documento del arzobispo pide perdón, lo hace descalificando a los medios que se han interesado en el tema y hasta dudando que sean periodistas éticos los que han expresado interés de que haya justicia. Un caso verdaderamente extraño.

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