La administración del presidente Luis Abinader deberá revisar lo que ha pasado con la organización del tránsito vehicular desde que el general de Brigada Rafael Antonio Guzmán Peralta asumió la Dirección General de Seguridad y Tránsito Terrestre, más conocida como DIGESETT, porque la ciudad capital se ha convertido y sigue siendo un verdadero caos.

El general Guzmán Peralta nos simpatiza como una persona bien intencionada, y como alguien que tiene valores y que desea hacer su trabajo correctamente. Ha cometido algunos errores, y es admisible que en temáticas como el transporte terrestre se comentan errores. Sin embargo, lo que ha ocurrido en la administración del presidente Luis Abinader sobrepasa todos los límites.

Por ejemplo, en el tránsito vehicular hacia el norte o hacia el este del país, la situación no podría ser peor. Las salidas de la capital, en ambas direcciones, son un verdadero tormento, a cualquier hora del día o de la noche. Resultan excepcionales las horas en que es posible un trayecto normal hacia el cibao o hacia el este.

Desde hace meses el peaje de Pedro Brand se entapa todo el tiempo, a aproximadamente un kilómetro antes de la llegada al peaje. Lo grave es que el Paso Rápido, que se ha vendido como una solución inteligente, no sirve para nada. Cientos y a veces miles de vehículos quedan atrapados en la Autopista Duarte. Nadie sabe las razones. Pese a que el caos ocurre ante los ojos de las autoridades no hay acciones que ayuden a desbloquear ese entaponamiento. Nadie interviene y aquello ya resulta vergonzoso. Con la gravedad que de que ya desde el kilómetro 9 de la Autopista Duarte, pasando por Los Alcarrizos y la entrada de La Cuaba, el trayecto es endemoniado. Y nadie hace nada, y nos vamos quedando de brazos cruzados como si ahora tuviéramos cientos de miles de vehículos más que hace un año.

Y lo mismo ocurre con la salida hacia el este. Salir de la capital, cruzar el puente Juan Bosch o el Duarte, pasar por el ensanche Ozama y llegar hasta el peaje, antes de entrar a la Ruta 66, es una verdadera tragedia. Antes del peaje el tapón comienza uno o dos kilómetros. ¿Qué es lo que están haciendo los agentes de DIGESETT? ¿Cuáles son sus orientaciones? Le están malgastando la vida y el tiempo a los transeúntes que pagan sus arbitrios y peajes. No hay modo de salir con satisfacción de aquel pasaje endemoniado, y luego penetrar al trayecto de Boca Chica, donde existen obras en construcción. Los agentes policiales parecieran estar desorientados y no tener nada que ver con los encajonamientos.

Nos parece que la capital es cada día más terrible. A cualquier hora, en cualquiera de los cuadrantes del Polígono Central o de cualquiera de las vías de alto tráfico. Ni en la mañana, ni al mediodía ni en la tarde se puede tomar ninguna avenida de la ciudad. El resultado es una reducción terrible del tiempo de traslación, cada día más lento y más mortificante. Y no se notan las acciones de los agentes ni de nadie del gobierno.

Entendemos que el gobierno, el Ayuntamiento, el Ministerio de Obras Públicas, o la OPRET deben salir en auxilio del general Rafael Antonio Guzmán Peralta. Se nos está dañando la vida, el tiempo, la calma y la buena voluntad a los ciudadanos que deben emprender tareas y resolver asuntos moviendo de un lugar a otro. La ciudad no puede estar en peor momento en la organización y movilidad del tránsito terrestre. Si el general Guzmán Peralta aún no lo sabe, debe emprender rápidamente acciones para producir un cambio sustancial. Se trata de organización. Todo se le vuelve un desastre. No merecemos seguir sufriendo.