El Gobierno de los Estados Unidos, encabezado por el presidente Donald J. Trump, acaba de hacer dos anuncios sobre política exterior que deben preocupar a los demás países de las Américas y llamar a reflexión.

El secretario estadounidense de Estado, Rex Tillerson, dijo el pasado jueves que la prioridad más importante de Estados Unidos para Latinoamérica es acabar con el narcotráfico y con la violencia que conlleva.

“La prioridad más importante de este Gobierno con Latinoamérica es parar el crimen organizado que dañan al pueblo de Estados Unidos con el tráfico de drogas y con la violencia”, dijo Tillerson, acompañado sobre el escenario con líderes del Gobierno de México, de El Salvador, de Honduras y de Guatemala, según fue citado por EFE y otras agencias de prensa.

Al mismo tiempo, Tillerson reconoció que EEUU es el principal consumidor de drogas ilegales, y que debe hacer más para reducir la demanda.

Posteriormente, al concluir la semana, el presidente Donald Trump anunció varias medidas para echar atrás los acuerdos suscritos entre el presidente Barack Obama y el presidente Raúl Castro para llevar a la normalidad las relaciones diplomáticas y económicas entre Estados Unidos y Cuba.

Desde nuestro punto de vista ambas decisiones de la actual administración de Gobierno de EEUU constituyen un error.

Sobre las drogas se sabe, por cientos de opiniones de los expertos, estudios, informes e investigaciones, que las políticas de represión y prohibición total no han dado resultados. La mejor prueba es el hecho irrebatible de que EEUU, después de más de 40 años de la llamada "guerra contra las drogas", es el país con mayor número de consumidores de drogas.

El daño ocasionado por las políticas solo represivas contra el consumo y tráfico de drogas es incalculable en términos de vidas, corrupción, violencia, dinero, etc. Problemas más evidentes en los países productores o asiento de los carteles del narcotráfico.

Sobre Cuba, cuando los presidentes Obama y Castro anunciaron a sus pueblos y al mundo que restablecerían relaciones diplomáticas plenas y que trabajarían para comenzar a desmontar las restricciones y el embargo económico, pese a las críticas de los opositores más duros, se abrió un camino de esperanza.

Como bien explicó en su momento el presidente Obama, más de 50 años de política restrictiva de EEUU hacia Cuba no había servido para impulsar ningún cambio político en la isla. Al contrario, se dio aval a los gobernantes cubanos, que todavía usan el argumento del embargo para justificar errores e ineficacias en la economía y para negarse a una mayor apertura política.

Es lamentable que la administración del presidente Donald Trump haya escogido continuar con dos políticas fracasadas de EEUU. Si es cierto aquello de que peor que una mala promesa de campaña electoral es cumplir esa promesa, he aquí dos ejemplos claros.