República Dominicana, como el resto del mundo, sufre los efectos de la pandemia de la Covid-19 desde hace un año.  Huelga decir que además del alto costo derivado de la crisis sanitaria se vive una baja en la economía por el obligatorio cierre total o parcial de las actividades productivas y comerciales.

En estas circunstancias los gobiernos han tenido que invertir muchos recursos para atender las necesidades de salud y para evitar el colapso de las economías con la triste secuela de la pérdida de los empleos.

A todos los pueblos, incluido el domnicano, se les ha pedido que colaboren y asuman con resignación este período especial.

No es momento para la insensatez. Y he aquí dos situaciones que preocupan:

Los regidores de Santo Domingo Este, que reciben un salario de RD$222 mil, mensuales, acaban de aprobarse un asignación de RD$ 22 mil, por concepto de viáticos.

Es cierto que el trabajo de los docentes, incluso en la educación superior, requiere vocación, sacrificios y esfuerzos que no siempre son bien compensados. Pero esa no es una justificación para perturbar las clases en las actuales circunstancias.

Estos funcionarios municipales se autoaprueban ese privilegio en momentos en que Santo Domingo Este requiere de una urgente mejoría de los servicios a cargo de su alcaldía, como la limpieza, ordenamiento, iluminación y ornato en los espacios públicos.

Es sabido que las actuales autoridades de ese municipio heredaron muchos problemas de las pasadas gestiones y que no cuentan con recursos suficientes. En consecuencia, lo que menos deben de hacer los funcionarios de la acaldía es elevarse sus ingresos.

¿Y qué del anuncio de la Federación de Asociaciones de Profesores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (Faprouasd), de hacer "un paro oficial" de labores el próximo lunes 8 de febrero?

El lunes, precisamente, empezará el ciclo de docencia en la UASD de manera virtual.

Los profesores exigen mejores condiciones laborales, que incluyen un amento de los recursos que reciben por su labor. Es cierto que el trabajo de los docentes, incluso en la educación superior, requiere vocación, sacrificios y esfuerzos que no siempre son bien compensados. Pero esa no es una justificación para perturbar las clases en las actuales circunstancias.

La UASD ya ha recibido aportes económicos extra de parte del Poder Ejecutivo, y aunque lo aportado talvez permitiera un alivio de los problemas financieros de la academia estatal, no luce sensato que sus profesores y demás empleados exijan de inmediato un aumento de salario.

Es momento de solidaridad y paciencia, pero sobre todo de sensatez.