Danilo Medina juró como presidente reelecto de la República para un nuevo período, que concluye en el 2020. Y de inmediato pronunció un discurso en que trazó las pautas de las que serán sus prioridades. Fue un discurso cargado de optimismo y de identificación suya con las aspiraciones de la sociedad dominicana. Admitió que al recibir la aprobación sabe que no se trata de un cheque en blanco.
Hizo algunos guiños al pasado, a su relación con el profesor Juan Bosch y a su identidad con las ansias de libertad, desarrollo y transparencia de la sociedad dominicana. “Hoy se inician 4 años de profundización y aceleración de los cambios”, prometió.
Aunque abordó con detalles las medidas que pondrá en marcha para continuar con la revolución educativa, no quiso adentrarse en los cambios vinculados con el sector eléctrico o con las medidas que esperar aplicar para reducir la inseguridad ciudadana.
En ese sentido, y pese a haber hablado durante 1 hora y 24 minutos, el presidente de la República fue tacaño para abordar el tema de los derechos humanos, los conflictos que se derivan de la aprobación de un Código Penal truncado con respecto al propuesto en 2014 por el propio presidente de la República. Tampoco habló con detalles sobre la economía, las políticas para incrementar las exportaciones y generar más divisas, o la puesta en marcha del plan anunciado en 2012 para convertir el Ministerio de Relaciones Exteriores, y a su cuerpo diplomático y consular, en agente de la promoción de los negocios dominicanos en el exterior.
Políticas sociales como las vinculadas con la educación, el plan de alfabetización, la ampliación de la tanda extendida a todas las escuelas publicas, o los planes para el sector salud rebosan de esperanzas y de optimismo. Incluso la decisión de eliminar la Comisión Ejecutiva para la Reforma del Sector Salud (CERSS) es un buen indicio de que el presidente está dispuesto a comenzar a ahorrar recursos, dejando fuera de la administración a instituciones que perdieron su razón de ser, como en este caso.
Positivas las medidas para incrementar el número y la calidad de las viviendas para personas de escasos recursos, para mejorar los niveles de acceso a la seguridad social a toda la población y mejorar las pensiones de los trabajadores que han llegado a necesitarla, luego de haber rendido una labor durante varios años al sector público o privado.
El presidente dijo que daría continuidad a las reformas para mejorar la seguridad ciudadana, y que aumentaría el salario de los agentes policiales, y que mejoraría significativamente los servicios y precios del transporte público, creando el Instituto del Transporte, con una autoridad única que englobaría a muchas entidades estatales que tienen roles en esta área.
Complace que instancias como la Comisión Nacional de Energía y la Dirección General de Minería pasen a formar parte, como viceministerios, del Ministerio de Energía y Mina, para concentrar y darle más coherencia a los roles de estas dos entidades estatales.
En materia de transparencia hay muchos déficits, y el presidente lo sabe. Por eso fue enfático en su prédica de que “estoy del lado de la gente honrada” y que su gobierno quiere “renovar” las actuaciones en honestidad y transparencia. Serán los hechos los que confirmen esta afirmación del presidente en los próximos cuatro años, pues como él mismo dijo al finalizar su discurso de toma de posesión en 2012, desea que lo evalúen por una frase que le simpatiza de la Biblia: “por sus hechos les conoceréis”.
Acogemos el nuevo discurso de toma de posesión, cargado de optimismo y de promesas, con la confianza de que Danilo Medina se empeñará en cumplir sus palabras.