El presidente saliente, Danilo Medina, ha seguido su ritmo acelerado de inauguraciones. Asistió a la apertura de una terminal de autobuses, construida por el ministerio de Obras Públicas en el Parque del Este, próximo a los Tres Ojos, pese a que el Tribunal Constitucional había dictado sentencia contra la edificación de esa obra. La magistrada Katia Miguelina Jiménez acaba de decir que el hecho del presidente asistir a esa inauguración lo califica como un déspota.

Es mucho decir. Esto fue lo dicho por la magistrada:

«Despotismo. Antes de la inauguración le comenté a mi padre sobre mis dudas acerca de que eso se materializa y este me insistía que estaba seguro que lo haría. Mi padre tuvo razón, conoce al dedillo las características de esa clase de gente, pues vivió tiranía de Trujillo”. El Tribunal Superior Administrativo había detenido la obra hasta tanto se presentara el estudio ambiental, y el Tribunal Constitucional ratificó esa decisión.

Danilo Medina también acudió a la inauguración de la nueva Penitenciaría Nacional de Las Victoria, obra patrocinada con fondos estatales por el Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez.

Dicen los apologistas de esta obra que se está dejando atrás el oprobio y la falta de dignidad para los presos, y que a partir de ahora habrá un tipo de cárcel diferente. El costo aún no está claro, pero sobrepasa los 70 millones de dólares. Se habría utilizado una parte de los fondos entregados por Odebrecht.

Roberto Santana, director de una organización internacional sobre sistemas carcelarios, ha denunciado que en esa obra hay una triple corrupción, y que el proyecto violenta las normas elementales de Naciones Unidas. Es una ciudad carcelaria, contraindicada en todas partes. Tiene espacio para más de 70 mil privados de libertad. Se recomienda que no haya nunca cárceles para más de mil personas. Tiene una sola puerta de entrada y salida, y Santana dice que debe hacerse por lo menos tres o cuatro recintos con esa cárcel, y que las autoridades se han buscado embolsillarse una gran cantidad de dinero.

Roberto Santana ha dicho que las nuevas autoridades tienen que rediseñar la cárcel, y convertir eso en ocho prisiones diferentes, con 8 entradas distintas. También que la inauguración es de apenas el 10 por ciento de la prisión, y que al local le falta un mínimo de seis meses de trabajo. Esas denuncias hay que investigarlas.

Pero hay más, Santana ha dicho que Odebrecht dejó enganchado al gobierno dominicano. Explicó que Odebrecht prefirió cobrar los 184 millones de dólares de sanción a la Odebrecht de Brasil, y no a la dominicana. Y que la Odebrecht de Brasil pagó los primeros 30 millones de dólares, y se declaró en quiebra. La Odebrecht dominicana siguió construyendo Punta Catalina. No se ha cobrado más dinero a una empresa quebrada y los fondos utilizados para la Nueva Victoria son del Estado, y no de los fondos entregados por Odebrecht. Otro asunto a ser investigado por las nuevas autoridades.

Muchos asuntos oscuros están quedando en manos de las próximas autoridades. Será la nueva ministra de Cultura, Carmen Heredia viuda Guerrero que tendrá que reponer, tan pronto como sea posible, el nombre del auditorio de la sede de ese ministerio, que le fue asignado el nombre de Enriquillo Sánchez, hace 16 años, y ahora, al acostarse las palomas, Eduardo Selman, se lo asignó a Juan Bosch, como si el maestro y distinguido escritor y político lo necesitara. Escritores, poetas, intelectuales, y el mundo de la cultura y el arte reclaman que sea restablecido el nombre de Enriquillo Sánchez. Que así sea.