El doctor Roberto Alvarez escribió un amplio ensayo sobre las medidas que ha comenzado a poner en marcha el nuevo gobierno de los Estados Unidos, encabezado por Donald Trump, y las implicaciones que las mismas tienen para los países de la región del Caribe, y particularmente para la República Dominicana.
Acento ha acogido con entusiasmo el ensayo de Roberto Alvarez y lo hemos publicado en ocho entregas, con gráficos, estadísticas, comparaciones y con las conclusiones a las que arriba el autor, que por lo menos debían ser evaluadas por las autoridades del gobierno dominicano, o del Ministerio de Relaciones Exteriores, para ubicar el lugar que tomarían para proteger o ayudar a los dominicanos y sus familias que potencialmente podrían ser afectados, o que ya lo están siendo directamente, como deja claro el Comité Editorial del New York Times del 21 de febrero.
El gobierno de Trump ha desatado una cacería inhumana, desconsiderada. y está generando los peores sentimientos. Millones de personas no pueden dormir tranquilas en Estados Unidos, porque tienen hijos, esposas, esposos, hermanos, nietos expuestos a una deportación arbitraria.
Lo que dice el Comité editorial del New York Times es lo siguiente:
“El presidente los ha denigrado llamándolos criminales, aunque no lo sean. Son personas que han tratado de construir vidas honestas en Estados Unidos y de repente son tan temibles como los prófugos. Esperan los golpes en la puerta, los agentes de negro, las esposas, el viaje en el auto policial y la celda. Son personas a quienes les aterra que el gobierno estadounidense los encuentre, o a sus padres o a sus hijos, les pida sus papeles y se los lleve. Cerca de 11 millones de personas viven sin documentos legales en este país. De repente, por un decreto presidencial, todos son prioridades de deportación, todos son presuntos delincuentes, a todos se les amenaza con destruir sus vidas, junto con las de los miembros de su familia. Su fin podría llegar en cualquier momento”.
Lo que está proponiendo Roberto Alvarez es que veamos integralmente la cuestión. Los dominicanos hemos aprovechado como ningún otro grupo las políticas de reintegración familiar que privilegiaron las autoridades de Estados Unidos en materia migratoria. Ahora el gobierno debe ayudar a los que se exponen a la deportación.
El abogado y autor del ensayo no tiene dudas sobre la forma en que nos afectarán estas políticas, y sobre las cuales no podemos quedarnos de brazos cruzados. “Inevitablemente, estas medidas impactarán significativamente sobre nuestras comunidades en EE.UU., las cuales no podrán continuar ingresando a sus familiares en las mismas cantidades que antes. Como señalamos en un trabajo previo, las remesas se verán mermadas por la disminución del volumen de entrada de nuevos inmigrantes”.
El gobierno dominicano debe proveer apoyo a los ciudadanos dominicanos en Estados Unidos, a través de los tantos consulados que tenemos y que tan pródigamente hemos pagado, y a través del diálogo con otros países. Por ejemplo, México ha dispuesto de recursos, abogados y está orientando a los ciudadanos de ese país que potencialmente serán afectados. También ha coordinado para defender a los ciudadanos de países centroamericanos. Con República Dominicana no ha habido contacto, y nuestro país no se ha interesado en pedir apoyo a México. En cambio un vicecanciller dominicano acaba de publicar un artículo periodístico criticando duramente a México por no apoyar una candidatura dominicana en un organismo internacional con sede en Europa.
“Ante una avalancha sistemática de deportados, sin la planificación y asistencia debida para su inserción en la sociedad, los niveles de violencia tenderán a escalar. Si las tasas de homicidio en los países de la región han sido -y son- las más altas del mundo, la inestabilidad e ingobernabilidad crecerá”, dice Roberto Alvarez. Esto sólo ya representa un serio problema interno, incluso de seguridad, para la población dominicana, que padece una creciente violencia e inseguridad. Los deportados por Estados Unidos convirtieron a El Salvador en uno de los países con mayor nivel de violencia del mundo. No esperemos otra cosa en nuestro país si no tomamos medidas para apoyar a los dominicanos en Estados Unidos.
Roberto Alvarez nos cuenta, sin engalanar la realidad, que estamos en una situación de cuidado. “Los países más afectados, por el alto porcentaje de su población con deseos de emigrar, su estrecha vecindad y dependencia entre ellos, y sus importantes comunidades en EE.UU., son -y serán- Haití y República Dominicana, por un lado, y los 3 del Triángulo Norte: El Salvador, Honduras y Guatemala, por el otro”.
Tal vez en el Palacio Nacional tomen en cuenta lo que ha sugerido Roberto Alvarez con más claridad, y que está dirigido precisamente a la Presidencia de la República, entre otras medidas internas:
“El gobierno debería crear una oficina de alto nivel en Palacio Nacional, que coordine todas las instancias gubernamentales, para tratar exclusivamente con las situaciones inéditas y difíciles que la administración Trump generará, ya que el Ministerio de Relaciones Exteriores ha demostrado en reiteradas ocasiones no estar preparado para tratar con la urgencia, el conocimiento de las circunstancias, la firmeza y el tacto, coyunturas críticas como la actual”.