La seguridad ciudadana requiere de un programa bien organizado y sustancialmente ambicioso, con posibilidad de éxito, para que Danilo Medina pueda poner fin a su administración de 8 años con cierta tranquilidad por el deber cumplido.
Fue uno de los temas que con más claridad y convencimiento Danilo explicó durante el tiempo de campaña electoral. Decía el entonces candidato que la ausencia de seguridad ciudadana incidía negativamente en las actividades educativas, recreativas, productivas, de los ciudadanos y de las empresas, y que quitaba tranquilidad a las familias. Y tenía toda la razón.
También decía que las causas de la delincuencia eran varias, y no una sola. Y que para hacerle frente a la delincuencia no era posible integrar únicamente a la Policía Nacional, sino que la comunidad debía involucrarse, al igual que otras instituciones públicas, como la educación y la salud, y los clubes barriales y las juntas de vecinos.
Desde el 2012 hasta ahora lo que hemos registrado es un aumento de la delincuencia y de las actividades de raterismo en ciudades y barrios, así como el incremento del número de jóvenes dedicados a la sobrevivencia con el micro tráfico de drogas, el robo sorpresivo y el involucramiento de otros miembros de las familias en actos delictivos, como los puntos de drogas.
Muchas de estas familias dedicadas a propiciar violencia también reciben beneficios de las políticas sociales del gobierno. Lo que está ocurriendo en los barrios es asombroso, pues las personas honestas y que desean la convivencia sana ni se atreven a denunciar a las bandas y grupos delincuenciales, porque muy rápidamente sufren consecuencias dolorosas por sus denuncias.
Las autoridades no son confiables en los barrios. La Policía Nacional con sus métodos no puede ya enfrentar ni resolver este problema. Le sobrepasa a su capacidad y hace falta que el Estado ponga en marcha otros instrumentos y recursos para ofrecer garantías de seguridad. La delincuencia, como se ha desarrollado y expandido, tiene capacidad para destruir lo poco de convivencia en los barrios, pero tiene también capacidad para dañar labores empresariales, el turismo, y actividades necesarias para el entendimiento y desarrollo pleno de los jóvenes, como los deportes o las actividades culturales y religiosas.
Antes de salir del gobierno en agosto del 2020, el presidente Danilo Medina debe dejar encaminada la solución de la creciente inseguridad ciudadana.