El movimiento cívico Participación Ciudadana inició el debate sobre las reformas del Estado, esta semana, con la participación de los principales candidatos presidenciales a las elecciones del 2012.
Es un buen paso y una oportunidad para que los candidatos expongan sus planes sobre uno de los aspectos nodales de la reforma del Estado, la institucionalidad, el respeto a la ley, el respeto de las normas públicos vigentes, el Estado de derecho y el respeto a la inversión extranjera, entre muchos otros aspectos, que incluyen la transparencia y la sanción de la corrupción.
El primer participante fue Danilo Medina, el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Con el apoyo de la Unión Europea, por vía de un pacto con Oxfam Intermón, este programa, llamado “Reforma y Modernización del Estado, Retos de la Administración Pública y Fortalecimiento Institucional”, tiene amplias posibilidades de echar raíces y ayudar en el respeto de la ley.
Si los demás aspirantes presidenciales asisten, como se espera, el país tendrá la posibilidad de evaluar los planteamientos de los líderes políticos con posibilidad de ocupar la presidencia de la República. Todo el mundo sabe que la voluntad política es fundamental para que se respeten las leyes y las normas de la administración pública. Porque en el país el presidente es como un padre colectivo, que concede y recibe, pero que generalmente aprueba concesiones y regalos.
Por lo pronto, Danilo Medina ha hecho unas cuantas promesas que parecen razonables, bien formuladas y pensadas en función de resolver el gran caos que presenta hoy la administración pública. Según el candidato del PLD, la corrupción con los fondos públicos es un tema grave:
“La existencia de este flagelo limita la capacidad de implementación de un proyecto nacional de desarrollo que tenga en cuenta el bienestar de las personas. La corrupción bloquea los proyectos de políticas sociales dirigidas a enfrentar los niveles de pobreza y desigualdad”. Una idea brillante, que debe ser analizada y convertida en política pública.
“Instauraremos la práctica de invitar a personas de la sociedad civil a vigilar los procedimientos de compras, incluyendo la organización de licitaciones y las adjudicaciones. Es mi objetivo lograr que iniciativas como estas se generalicen en el gobierno”. Y que haya auditoría social de las obras que levante el Estado, y que la supervisión sea algo normal, que no levante sospecha, y que las cubicaciones sean temas de interés público.
Las ideas son múltiples. No tienen que ser abundantes. Solamente que pongan en práctica una o dos de las que fortalecen el sistema de rendición de cuentas y las que imponen castigos a los que delinquen o cometen actos ilícitos con los fondos públicos es suficiente. Y que una persona sancionada administrativa o judicialmente por una irregularidad no tenga jamás la posibilidad de volver a ocupar una posición pública, so pena de quien cometa el abuso de designarla de pagar como propia cualquier otra ilicitud cometida por esta persona.
Es que el poder político es quien debe poner el ejemplo. Ya el país no puede seguir con la impunidad que se ha impuesto, con la tolerancia de la corrupción bajo el alegato de que es difícil probar las irregularidades. Personas que han cometido delitos graves han vuelto a la administración pública con gran desparpajo. Gente incluso que pasó por la cárcel, acusada de corrupción, volvió a la función pública sin ninguna consecuencia.
Estos planteamientos de Danilo Medina resultan alentadores. Ojalá que él y su partido, en caso de ganar las elecciones, mantengan estas ideas. Y en caso de perderlas, que también las mantengan, para que exijan a las autoridades que asuman el poder que las aplique. Es lo correcto, es lo que todo el mundo espera o lo que las nuevas generaciones de votantes reclaman con rabia, casi todos los días, cuando piden recursos para la educación o reclaman rebaja en los precios de los combustibles.
Enhorabuena por el debate y nuestras felicitaciones a Participaci{on Ciudadana por el éxito de esta jornada que apenas comienzan.