Habrá que convenir que Danilo Medina es el más inteligente y audaz de los políticos dominicanos que han ocupado la presidencia de la República y han lanzado, desde el poder, campañas reeleccionistas. Con Danilo todo ha sucedido a pedir de boca, sin traumas, sin división en su partido, sin rechazo de la sociedad, sin mayores quejas de los opositores, sin proceso judiciales o impugnaciones políticas, y con un gobierno en alta popularidad, de acuerdo con las encuestas.

Danilo Medina acaba de ser proclamado candidato presidencial -a la reelección- por el Partido de la Liberación Dominicana. Quien le tomó el juramento es nada más y nada menos que Leonel Fernández, ex presidente de la República, y autoproclamado defensor de la nueva Constitución del 2010, que prohibía la reelección presidencial.

Ningún político dominicano había logrado tanto, en procesos reeleccionistas, salvo Danilo Medina ahora, en un tiempo en que los presidentes se desgastan con mucha facilidad, porque las presiones son muy fuertes, la economía tiene interdependencia y cualquier movimiento en las bolsas internacionales o en los precios del petróleo meten al más popular en un lío. Danilo Medina vuela con suavidad y tranquilidad, con los precios del petróleo a menos de 40 dólares el barril, y mirando cómo las masas quieren comerse vivo a Otto Pérez en Guatemala, por menos, por mucho menos de lo que hace cualquier funcionario dominicano.

Joaquín Balaguer intentó reelegirse en 1970 y se produjo una gran confrontación. El Partido Reformista se dividió, se creó el Movimiento de Integración Democrática Antirreleccionista (MIDA), encabezado por el vicepresidente Francisco Augusto Lora. Logró su propósito, pero haciendo la guerra contra todo el mundo, pese a que la Constitución de la República permitía la reelección presidencial.

Balaguer quiso seguir en 1974 y se le creó un gran problema de gobernabilidad. Ya había fracasado la guerrilla de Caamaño, se creó el Acuerdo de Santiago, toda la posición se unificó y los militares salieron a las calles a proclamar a Balaguer como único candidato. Fue necesario recurrir a Luis Homero Lajara Burgos para simular unas elecciones libres. La oposición se tuvo que retirar de la contienda. No había democracia.

En 1978 Balaguer intentó repetir la historia, pero José Francisco Peña Gómez encabezó la oposición e impuso su criterio de que “los liberales de Washington” estaban a favor de la democracia. Juan Bosch hablaba de ¨matadero electoral” y Peña hacía el esfuerzo para que hubiera elecciones. Antonio Guzmán fue el candidato opositor y ganó limpiamente las elecciones, pero Balaguer hizo fraude, y acusó al candidato ganador de haber hecho el fraude.

Con Antonio Guzmán terminaron las reelecciones. Antes de salir del poder, con un presidente electo esperando asumir la presidencia, Guzmán se suicidó. Jorge Blanco fue gobierno y quiso imponer una candidatura en 1986,pero Balaguer resurgió como el ave Fénix y retomó el poder.

Con Balaguer retornaron las reelecciones. Gobernó hasta 1996, con fraudes incluidos, utilizando sus viejos métodos. Le robó las elecciones de 1990 a Juan Bosch, y las del 1994 a José Francisco Peña Gómez.

Vino el Pacto por la Democracia y dos años después hubo elecciones presidenciales, sin Balaguer de candidato. Peña Gómez, Leonel Fernández y Jacinto Peynado fueron los candidatos por el PRD, el PLD y el PRSC.

Leonel Fernández electo presidente para el período 1996-2000 fue tentado a buscar la reelección, pese a que había sido prohibida en la reforma constitucional de 1994. No se atrevió o no pudo hacerlo. Danilo Medina fue el candidato del PLD y perdió las elecciones del 2000 del perredeísta Hipólito Mejía.

Hipólito cambió la Constitución en 2002, a la mitad de su gobierno, para permitirse ser candidato presidencial. El país se reveló contra esa decisión. El PRD se dividió, la sociedad civil le hizo oposición abiertamente al gobierno, el PLD fue enérgico contra esa decisión. En 2003 estalló el fraude bancario y el candidato-presidente se hundió en las encuestas. Fue derrotado por Leonel Fernández en el 2004, con bastante facilidad.

Hipólito Mejía le abrió el camino a la reelección de Leonel Fernández en el 2008. Fue fácil imponer la reelección, porque estaba legalmente establecida, y porque la oposición tenía mucha debilidad con el candidato incógnita que era Miguel Vargas Maldonado, por el PRD.

En 2010 se impuso una reforma constitucional profunda y se prohibió la reelección presidencial. Leonel no pudo ser candidato a un tercer período y Danilo se enfrentó a Hipólito Mejía, a quien le ganó las elecciones por un estrecho margen.

Danilo prometió que sería presidente por 4 años, que no buscaría la reelección, se haría lo que nunca se había hecho, que no necesitaba más de cuatro años para demostrar su eficiencia. Y ya en el poder se hizo lo que se prometió no hacer.

Sin mayores dificultades Danilo logró hacer la reforma constitucional en 50 días. Contra a Leonel Fernández, aspirante a la nominación presidencial del PLD y presidente del PLD. El presidente Medina le dio a beber a Leonel de su propia medicina del 2008. Leonel parecía estar en rebelión, pero eso le duró unas horas, y retornó al pedir del PLD, sabiendo que había perdido su control del Comité Político, del Comité Central, del Congreso, de los organismos electorales y de la justicia. Danilo se lo quitó todo. Y este domingo Leonel es quien toma el juramento a Danilo Medina, como candidato a la reelección.

Es por eso, y no por otra cosa, que Danilo Medina es el presidente y candidato a la reelección más inteligente de la historia de la República Dominicana. Habrá que indagar cuántos de los que estaban en la proclamación, y de los que la vieron por televisión, creyeron la solemne promesa del licenciado Medina de que no volvería jamás a aspirar a la presidencia de la República.