El cumpleaños número dos de este gobierno sigue siendo motivo de análisis. Uno de los aspectos que ha sido objetivo de análisis es el temperamento del presidente de la República Danilo Medina.
Todos los estudios de cultura política indican que los ciudadanos dominicanos, en su gran mayoría, consideran al presidente como un padre. Y de él esperan lo que precisamente esperan los hijos de un buen padre de familia.
Y en ese sentido, la gestión del presidente Medina ha demostrado que el presidente es un hombre con paciencia, con temperamento tranquilo y con sangre fría para asumir los compromisos que de él se demandan. Da todas las vueltas posibles para tomar una decisión, da tiempo al tiempo, y si tiene que posponer el momento de hacerlo, lo hace.
Es una cualidad de Danilo Medina que quienes le conocen saben que no la ha asumido ahora que es presidente de la República, sino que la tiene desde mucho tiempo atrás.
Mientras Leonel hacía y deshacía con la reelección, siendo presidente de la República, y con el PLD, Danilo aguardaba paciente. Mientras el Estado le comía seguidores a Danilo Medina, él aguardaba con paciencia. Mientras todos agitaban a Danilo para que la emprendiera contra el doctor Fernández, de la boca de Danilo, por lo menos en público, nunca salió una crítica.
Su mayor queja, su más grande exclamación y exabrupto fue aquella lacónica y memorable frase: “Me venció el Estado”.
Y supo esperar.
A Danilo Medina como presidente de la República le han tendido muchas trampas, a lo interno de su gobierno y de su partido. Y le han pedido que actúe y defienda sus propios y particulares intereses partidarios. Y ha aguardado, y conservado la tranquilidad en la corporación que hoy muchos identifican como el Comité Político del PLD.
Del presidente Medina no se ha escuchado un exabrupto, ni un coño, ni un acto de prepotencia, ni una órden autoritaria, con la excepción de aquella llamada telefónica que hizo a un ingeniero constructor, atrasado en la construcción de una escuela.
Danilo llega temprano a las actividades. No anda rodeado del boato de que se hacia acompañar el anterior presidente. Trabaja mucho los fines de semana, que para casi todo el mundo son de descanso, para él son de trabajo con comunidades pequeñas, grupos de productores, asociaciones. Y ha sembrado una dinámica que gusta y encanta a la gente.
Danilo, con énfasis en algunas tareas relevantes como la educación y la agricultura, sin haber realizado mucho más, ha ganado mucha popularidad. Y la gente lo ve como la antítesis de Leonel Fernández, y por eso muchos quieren activarse para que Danilo Medina sea candidato a la reelección, pese a que no tiene esa posibilidad legal, pues la Constitución la prohíbe.
El asunto es de forma y de fondo.
Cuando le tendieron la trampa con la sentencia 168-13, el presidente Medina guardó silencio, fue cauteloso, y comenzó a recibir todas las presiones del mundo. Querían que él asumiera una posición ya preestablecida por la derecha más rancia del país, y le pusieron contra la pared, porque si decía lo contrario a lo que dijeron los jueces del Tribunal Constitucional estaría contra la Constitución.
Fue paciente. Buscó asesoría, escuchó las voces de todos los lados y tomó una decisión en beneficio del país. Le hizo un gran favor a la República Dominicana, al evitar que nos hundieran en la vergüenza de un aparthey caribeño. Fue paciente y sabio.
Hoy todavía, en horas de la tarde van al Palacio Nacional, como bigañuelos que buscan alimentarse con la borona que les dejan, estos grupos persiguen que Danilo les complazca. Y él sigue haciendo lo que entiende que debía hacer correctamente.
Una gran diferencia, que no es de forma, sino de fondo.