¿Qué ha ocurrido con los aspirantes presidenciales del Partido de la Liberación Dominicana, con excepción de Leonel Fernández, que no han crecido en su promoción política?

¿Les ha ganado Leonel Fernández en su búsqueda de apoyo popular? ¿Les ha detenido Danilo Medina, quien en vez de admitir que no puede ir como candidato porque la Constitución se lo prohibe, dijo que en marzo hablaría de sus aspiraciones, dejando en suspenso el crecimiento de Carlos Amarante Baret, Francisco Domínguez Brito, Reynaldo Pared Pérez, Temístocles Montás y Andrés Navarro?

Leonel y Danilo están destruyendo la institucionalidad democrática dominicana. Los estudios de opinión pública dicen que Leonel Fernández y Danilo Medina dominan al PLD, y si no es uno tendría que ser el otro su candidato presidencial para el 2020. La polarización es muy fuerte y eso no permite a nadie levantar vuelo. Algunos, como Reynaldo Pared, secretario general del PLD, han dicho que los dos tendrían que retirar sus aspiraciones para que los demás tuvieran la oportunidad de conseguir adhesiones significativas. Esa propuesta parece reconocer lo de la destrucción de la institucionalidad.

¿Qué paso con la famosa escuela de presidentes que era el PLD? En veinte años de gobierno ese partido solo ha presentado dos candidatos presidenciales: Leonel Fernández y Danilo Medina. Y parece que esos dos no quieren dejar libre el escenario para que nadie aspire mientras ellos tengan posibilidad de controlar ese partido. El problema es que el control lo consiguen con las instituciones públicas, con las designaciones mediante decreto y con los amarres tras bastidores. Por ejemplo los acuerdos del 2015 en el Comité Político para posibilitar la reforma de la Constitución.

Todo cuanto toque el cambio de gobierno y el control de los partidos políticos tiene que decidirse entre Leonel Fernández y Danilo Medina. Una distorsión de la democracia y un fallo del sistema de partido. Ellos dos en esa contienda afectan también a las demás fuerzas políticas. Estamos ante un sistema democrático y electoral controlado y vigilado por los que se disputan el poder desde el poder. Danilo controla la presidencia y Leonel la vicepresidencia y varias instancias estatales, como el Tribunal Constitucional y la Suprema Corte de Justicia quedaron en manos del doctor Fernández. Danilo actúa para cambiar la correlación de fuerzas en esas instituciones. Todo es legal, de acuerdo con la Constitución, pero también es político. Muy pronto el Tribunal Constitucional pasará al control de Danilo Medina, lo mismo que la Suprema Corte de Justicia. Es un cambio significativo, pero no deja de ser político y partidario. Y eso atrasa al sistema democrático, y corroe las instituciones envueltas en la disputa.

Lo mismo ocurre en la Cámara de Diputados. Allí hubo un acuerdo para que cada año haya un presidente de esa entidad que sea de Danilo Medina y al año siguiente de Leonel Fernández. Es legítima la elección. Lucía Medina era la presidenta de la Cámara, del equipo del presidente Medina, y luego llegó Rubén Maldonado, del equipo de Leonel Fernández. Ahora es Radhamés Camacho, del equipo del presidente Medina. En el Senado no hay esos cambios, porque su presidente es Reynaldo Pared, secretario general del PLD. Por más que los leonelistas han reclamado, ese cambio no ha sido posible. A Reynaldo se le vincula con Danilo Medina.

Ahora estamos con las sesiones del Consejo Nacional de la Magistratura. Ya Mariano Germán, presidente de la Suprema Corte de Justicia, dijo que no aspira a seguir en ese cargo y que no se someterá a evaluación. Él es consciente de que Danilo hará cambios sustanciales, incluyendo la designación de un presidente que responda al danilismo. Germán responde al leonelismo y saldrá como consecuencia de ese rejuego educado de la administración de los poderes públicos.

Transfiera esos escenarios a las alcaldías, las cortes penales y civiles de menor jerarquía del país, a las gobernaciones provinciales, al Ministerio Público. Esos dos tutumpotes de la política son los que tienen el control del país y parecen ser los bueyes con los que seguiremos arando la tierra de la precaria institucionalidad dominicana. Hasta nuevo aviso.