Al señor Ministro de Obras Públicas, Gonzalo Castillo, se le olvidó todo lo que pudo haber aprendido sobre la historia de los 30 años de dictadura de Rafael L. Trujillo Molina.

En un acto de los que siempre se hacen para relevar la figura del presidente, y su obra de gobierno, esta ocasión en La Vega, Castillo recordó, sin proponérselo, los 30 años de infamia, de crímenes y de loas a la personalidad del dictador.

Trujillo era el gran benefactor de la Patria, el primer maestro, el jefe de todos los hogares, el primer abogado, fue candidato a Premio Nobel de la Paz, y por supuesto nadie podía competir en títulos con su figura. No mencionar y halagar a Trujillo en cualquier acto oficial, aún sin su presencia, era objeto de represalias para los organizadores.

Gonzalo Castillo debe saberlo, y se entiende que lo sabía. Es evidente la emoción del Ministro de Obras Públicas cuando alaba la obra del presidente en el momento en que se entregaban cuatro centros educativos construidos por el gobierno.

Y la memoria histórica se despierta con ciertos gestos y con algunas palabras. Una de esas palabras, adheridas al imaginario dominicano, que se activa de inmediato la figura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, cuando se la menciona, es benefactor.

Gonzalo Castillo dijo que los 6 años de la gestión de Medina lo han consagrado como un benefactor, filántropo y el mejor presidente de la historia de República Dominicana.

La frase cabe perfectamente en un discurso lisonjero de los que se pronunciaban en los días más gloriosos (otra palabra trujillista) de la dictadura de 30 años del sátrapa de San Cristóbal.

Se puede decir que al señor Castillo lo engañó el deseo profundo de exaltar la imagen de Danilo Medina por encima de todos los próceres y gobernantes de la República Dominicana, incluyendo los siete meses que gobernó el profesor Juan Bosch, y los que gobernó Ulises Francisco Espaillat, por solo poner dos ejemplos de dos siglos distintos.

Las palabras tienen sentido, y describen los más deleznables actos de la ambición humana. Como en esta ocasión, en que la memoria histórica se disparó a lo más profundo del ser dominicano, cuando se dijo la palabra benefactor.