El gobierno de Cuba ha puesto en marcha un programa de reformas económicas y legales para tratar de dinamizar su economía y generar más riqueza y bienestar para su pueblo.

Esta meta, según han declarado las autoridades cubanas, deberán alcanzarse sin renunciar al llamado socialismo real que rige a ese país hermano desde el 1 de enero de 1959.

El modelo que quiere seguir el presidente Raúl Castro, sucesor en el mando de su hermano Fidel, es el de China, país que se ha convertido en una gran economía luego que dio paso a las reglas de juego del capitalismo y atrajo inversión extranjera, pero manteniendo en lo político un sistema cerrado. Dictatorial, en honor a la verdad.

En principio, cuando un pueblo sufre carencias, parecería que le importa más el bienestar que la libertad. Pero las oportunidades que genera el bienestar económico terminan por llevarlo a exigir la libertad que le ha sido negada.

El pueblo chino ya ha intentado zafarse del régimen de fuerza que lo gobierna desde 1949. Aunque esos intentos han sido fallidos, más temprano que tarde, la gran China obtendrá mayores libertades políticas.

Que cesen las censuras y controles oficiales sobre intelectuales, artistas, periodistas, cibernautas o sobre quien, simplemente y con todo derecho, expresa su disidencia

En Cuba el reto es doble, pues no siempre los experimentos exitosos en un país dan resultados en otro, sobre todo en circunstancias tan diferentes. Cuba no tiene el tamaño, y por tanto el atractivo como mercado para el capital internacional, que tiene China.

Las relaciones entre Estados Unidos y China se normalizaron a mediados de los años setenta del siglo pasado, cuando gobernaban Richard Nixon y Mao Zedong, mientras hacia Cuba el gobierno estadounidense se empeña en continuar la Guerra Fría, en un absurdo político que en nada beneficia a ninguno de los dos países.

Esperamos que el viraje del “socialismo cubano” hacia el “socialismo chino” redunde en crecimiento económico y bienestar para la Perla de las Antillas.

Pero al unísono con los cambios en la economía, debía el gobierno de Cuba dar paso a reformas políticas que conlleven a más amplias libertades públicas, colectivas e individuales.

Que cesen las censuras y controles oficiales sobre intelectuales, artistas, periodistas, cibernautas o sobre quien, simplemente y con todo derecho, expresa su disidencia.

A este país hermano hay que desearle la mejor de las suertes, pues ningún pueblo debía vivir sometido a tantas limitaciones y carencias.