El gobierno dominicano no enviará ninguna representación a la asamblea mundial que se realizará en Marrakech, Marruecos, los días 10 y 11 de diciembre, ni suscribirá el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, que desde el 2016 la Asamblea General de las Naciones Unidas solicitó a la Secretaría General de ese organismo multilateral.
Flavio Darío Espinal, Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo, fue quien ofreció este martes la información sobre las razones para que el gobierno adoptara esta decisión, que será comunicada por las vías regulares a las Naciones Unidas. La República Dominicana fue escogida este año miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y esa posición será asumida el próximo mes, y con anticipación ya estamos dando demostraciones de inconsistencia y vacilación en asuntos fundamentales de derechos, como es el de las migraciones, un fenómeno que afecta en la actualidad a por lo menos 250 millones de personas en el mundo, entre ellos a por lo menos dos millones de dominicanos que -para buscar mejores condiciones de vida- optaron por migrar.
La decisión del presidente es muy lamentable, porque ha cedido al chantaje y a la desinformación, y porque los argumentos presentados por el doctor Espinal no son sostenibles a la luz del documento del pacto. Sería extraño que los funcionarios del gobierno que han asesorado al presidente en este asunto crean en los supuestos efectos nocivos de adoptar una posición para reducir el impacto migratorio en el mundo y para condenar el tráfico de personas. Entre los argumentos ofrecidos por el gobierno hay algunos sobre la pérdida de la soberanía que no son creíbles, y otros sobre la carencia de recursos para garantizar derechos de los migrantes.
El gobierno dominicano tampoco tiene tradición de proteger ni defender los derechos de los ciudadanos dominicanos que se han desparramado por el mundo buscando mejores oportunidades. Esta decisión del presidente Danilo Medina afianza esta postura histórica del Estado dominicano, olvidadiza e irresponsable. El gobierno ha cedido al chantaje de los nacionalistas y de la extrema derecha, ha puesto el interés político -posiblemente electorero con miras al 2020- por encima de la necesidad de adoptar posiciones al margen del radicalismo nacionalista e irresponsable, de unos pocos países que han desatado la histeria contra los migrantes de todo el mundo. Quieren cerrar el mundo, que cada quien se refugie en su particular espacio, lo que no es posible desde hace muchos años. Olvidan que entramos hace tiempo en una etapa de globalización y responsabilidad compartida, preservando el respeto a los derechos humanos y en particular respetando la dignidad de quienes deciden emigrar de sus territorios originarios.
La historia de la humanidad es también la historia de las migraciones. La migración europea y africana (esta última forzada por la esclavitud) hacia América, que muchos llaman choque civilizatorio, dio como resultado una nueva cultura y la construcción de sociedades diversificadas y multiculturales. La Migración europea hacia América del Norte permitió consolidar la Potencia que es hoy Estados Unidos.
Encerrarse como lo está pretendiendo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, es antihistórico y negador de la tradición que hizo rico a los norteamericanos. Destruyeron una civilización originaria que ocupaba ese territorio, como también ocurrió en Canadá, y como también lo hizo el imperio romano en casi toda Europa y África. Esa conquista imperial ha sido la mayor y más cruel de las barbaridades económicas, sociales y culturales.
La República Dominicana acaba de sumarse a una posición extremista, encabezada por los políticos de derecha de Estados Unidos, Italia, Australia, Hungría, Austria y Suiza, y eso no reditúa ni ofrece protección ni prestigio al pueblo dominicano.