Aunque el 70% de la superficie de la Tierra es agua, menos del 1% es agua dulce, que es la que usa para la agricultura y para el consumo doméstico. La demanda va en aumento, con una enorme presión por parte del sector agrícola y una necesidad interna creciente. Las tendencias más importantes en este sector, para mitigar la escasez de agua, incluyen el reciclaje del agua (reutilización), la remediación de aguas no aptas para el consumo humano y la desalinización.
Como la demanda crece y la infraestructura de agua se desmorona, el mundo se está quedando sin agua potable. Hay una tendencia en desarrollo que muestra que en países como el nuestro, en los que se cuenta con recursos limitados, el problema sólo puede resolverse si los gobiernos cuentan con un equipo capaz de hacer las inversores necesarias, ya sea en inversiones directas o a través de fiducias o emisiones de bonos, que permitan que el sector privado cree la convergencia entre los desafíos globales de sostenibilidad y una oportunidad de inversión en agua.
Para subrayar el hecho de que el agua es un valioso producto y la inversión es una oportunidad, un reciente artículo en The Guardian afirmó que es casi común referirse al agua como el "oro azul" – una nueva mercancía general que puede ser comprado y vendido a la par con el oro, el aceite y el maíz.
Como se ha dicho, la crisis mundial del agua dulce es enorme y cada vez mayor, pero los desafíos son también enormes. Casi la mitad de la población mundial lucha con la falta de suministro de este preciado líquido, según un informe de Goldman Sachs.
Para decirlo sin rodeos, los recursos de agua dulce del mundo están en crisis, devastados por el deterioro de la infraestructura, la creciente urbanización, la contaminación y el cambio climático. Mientras tanto, los ríos se están secando antes de que lleguen a los mares y las aguas subterráneas no se están reponiendo y se están contaminando más rápido de lo que el sistema hidrológico puede reemplazarlas.
El mundo necesita miles de millones de dólares en inversión, y los gobiernos simplemente no tienen el dinero para mantener el ritmo. El Foro Económico Mundial proyecta un déficit de 40% entre la demanda prevista de agua y los suministros disponibles para el año 2030.
Pero, por desgracia, no en todo el mundo es bienvenida la inversión privada en el agua, sobre todo cuando significa que las empresas buscan un adecuado retorno de inversión y una utilidad que no siempre encuentra en la distribución real de agua a la gente, especialmente a los pobres. Pero las lecciones han sido aprendidas y sin que los gobiernos permitan y promuevan el acceso de la inversión privada para el agua dulce, esta se mantendrá fuera del alcance de la mayoría. Por ejemplo, el Banco Mundial produjo un documento en el 2010 que apoya la inversión privada, encontrando que los operadores privados pueden mejorar la eficiencia y reducir el desperdicio de tan imprescindibles recursos.
En el caso específico de nuestro país, como ya hemos descrito en nuestro artículo fechado 9 de junio del 2015 (http://acento.com.do/2015/opinion/8256230-insatisfecha-la-demanda-de-agua-potable/), es cierta la necesidad de un cambio de modelo en el uso del agua pero, no es menos cierto, que ya estamos sintiendo los efectos de aguas altamente contaminadas por las propias inundaciones, las actividades mineras, industrialización de zonas que vierten desechos en nuestros ríos y arroyos, así como la propia actividad humana; además de que cada vez son más frecuentes y crudas las sequías que sufrimos, como la que atravesamos actualmente, reduciendo las posibles fuentes de agua potable y para uso agrícola.
Actualmente, la sequía que afecta al país mantiene en situación delicada al conjunto de presas y embalses que suministran el agua a las ciudades y garantizan el riego a la producción nacional. Según el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), de continuar la situación climática, los embalses que están en crisis se agravarían y los demás podrían empeorar; mientras que según el director de la INAPA, el Gran Santo Domingo sólo cuenta con reservas para los próximos 35 días.
Además, el director del INDRHI, Olgo Fernández, manifestó en una reciente entrevista, que se está estructurando una Ley de Agua que contemple un Plan Nacional del Agua a 20 años, en el que se obligue a los gobiernos a construir 10 grandes presas y otras tantas presas pequeñas; sin embargo, consideramos que el propio crecimiento poblacional, el continuo deterioro de nuestros ríos, producto de la desforestación, las explotaciones mineras y la explotación de los granceros, entre otras actividades, no se garantizan presas eficientes en el tiempo, o sea que tendrían una vida útil muy limitada.
En tal sentido, el Estado Dominicano debe ser mucho más agresivo, proactivo y previsor con un tema tan trascendental como es el agua potable y debe invitar al sector privado a ser parte de la solución, para que a través de instrumentos financieros o haciendo inversiones directas se puedan diversificar las fuentes de aguas potable, de forma que se garantice el abastecimiento con pocas o muchas lluvias, ya sea porque se reutiliza el agua que se vierte, se remedie aguas contaminadas de fuentes como por ejemplo los ríos Ozama y Haina o que se realice la desalación del agua de mar, que en una isla, donde sus principales ciudades están en la costa, podría representar la más inteligente alternativa.