La elección de los gobiernos en comicios abiertos, libres de imposiciones y en condiciones que permitan cierto grado de equidad entre los competidores, debe de ser parte esencial de cualquier sistema político que se precie de responder a las personas a las que sirve.

En muchos países el simple ejercicio de voto todavía es una quimera, y en otros necesita mejorar y corregir los resquicios por los que se cuelan la trampa, el engaño y el secuestro de la voluntad ciudadana.

Los países que han logrado un grado aceptable de transparencia, equidad y confiabilidad en su sistema de elecciones deben de evitar cualquier retroceso y trabajar para mejorar.

En el hermano pueblo de Perú se viven horas de tensiones, debido a lo cerrado del resultado de la segunda vuelta electoral para elegir presidente.

En democracia se cree o no se cree en las elecciones, no solo cuando resulten convenientes

Pedro Castillo y Keiko Fujimori pasaran a la segunda ronda de votaciones con una precaria votación, aunque superaron a los demás candidatos en la primera vuelta. En segunda vuelta el izquierdista Pedro Castillo ha quedado por encima de la derechista Keiko Fujimori.

El fanatismo ideológico ciega a mucha gente en momentos de competencia electoral. No se le concede nada al contrario y se actúa con empecinamiento. Esta visión estrecha puede llevar a asumir posiciones erróneas y dañinas.

Todo indica que el profesor Pedro Castillo ha ganado las elecciones en Perú. Quienes no votaron por su propuesta, porque no le simpatizaba o porque preferían a Keiko Fujimori, tienen el derecho de creer o no creer en la limpieza de las votaciones peruanas, pero empeñarse en la exigencia de anular los comicios o evitar por cualquier vía que Castillo asuma la presidencia de Perú, sería un golpe a la democracia de ese país, al derecho de ese pueblo a votar de manera libre.

Para que Perú camine hacia un período de estabilidad política y armonía social, lo más aconsejable es que se reconozca la victoria de Castillo, y que éste tienda la mano a su competidora Keiko Fujimori. Ambos tienen que estar dispuestos a buscar vías de entendimiento, y no continuar abonando la división extrema que hoy afecta  al pueblo peruano.

Nunca, en ningún país, habrá unas elecciones en las que esté de acuerdo la totalidad de la población. Disentir es inherente a la libertad. Pero, si se asiste a un proceso electoral, lo natural es que se acepten los resultados. En democracia se cree o no se cree en las elecciones, no solo cuando resulten convenientes.