El Congreso Nacional tiene la responsabilidad de servir de contrapeso a la fuerte concentración de poder que representa la presidencia de la República. La Constitución dominicana y el sistema democrático establecido dedica especial atención a la representación social y geográfica de sociedad dominicana y que se reúne en el Senado y la Cámara de Diputados.
No sólo tienen la responsabilidad de aprobar las leyes que entienden necesarias, sino de llamar a los funcionarios públicos, cuestionarlos, y de pedir cuenta a los representantes del Poder Ejecutivo cuando se exceden en el desarrollo de su labor. Por ejemplo con la administración de los fondos públicos. Por eso, cada año debe ir al Congreso Nacional una propuesta de Ley de Ingresos y Gastos, y debe ser evaluada y sancionada por los representantes del Senado y la Cámara de Diputados.
A la propuesta de Ley de Presupuesto para el año 2017 se le han formulado algunos cuestionamientos. Por ejemplo, se ha dicho que el equipo de gobierno ha usurpado funciones del Congreso, pasando como ley de ingresos y gastos disposiciones fiscales que debían tener otra tratamiento legislativo. Otro cuestionamiento es que se incluye una autorización de la emisión de 2,700 millones de dólares en bonos extranjeros y locales, cuando en realidad se trata de autorizaciones de endeudamiento. Aprobar también un presupuesto deficitario, como ha venido ocurriendo en los últimos años, resulta una irregularidad. El Congreso Nacional debía velar por la sana administración de los ingresos y gastos del gobierno, y no es correcto que esté autorizando presupuestos deficitarios años tras años. Una labor que bien podría hacer el Congreso Nacional es llamar la atención del gobierno para ajustar el gasto de acuerdo con el ingreso previsto.
Pero nada de eso es posible.
La política se impone y el senador Dioni Sánchez, coordinador de la comisión bicameral que estudia el presupuesto, ha adelantado que no será posible hacer ninguna modificación a la propuesta de ley enviada por el Poder Ejecutivo al Congreso. Esto es claramente un mensaje de postración: Los legisladores se niegan a ejercer la función de contrapeso al Poder Ejecutivo, y prefieren seguir siendo un sello de adhesión para avalar las propuestas que envía el gobierno, sin una pizca de criticidad o sugerencia. Es como si los legisladores no tuvieran nada que decir ante un presupuesto de miles y miles de páginas.
Es por eso que cuando se evalúa la credibilidad del Congreso dominicano aparece con escasa margen de reconocimiento. Y esto sin entrar en otras consideraciones, sobre las exoneraciones, cantidad de dinero que se destina para que diputados y senadores hagan campaña clientelista con dinero del Estado, y sin tomar en cuenta la influencia negativa que representan datos como el soborno en materia de aprobación de préstamos para compra de cualquier producto o servicio. Esto es muy lamentable, y lleva a la gente a pensar para qué sirve un Congreso Nacional como el que tenemos.