Nassef Perdomo Cordero es un abogado constitucionalista, de gran prestigio, que ha asumido una postura responsable y de justicia, defendiendo criterios en los cuales sostiene su ejercicio en los tribunales de la República, asumiendo causas que saltan de las audiencias a los medios y de los medios a las audiencias.

Nassef Perdomo Cordero es joven, y resulta siempre brillante en sus exposiciones. Porque en el ejercicio del derecho, además de los aspectos técnicos, sobresale siempre la inteligencia y la formación integral de la persona. Y en esto, Nassef deja claramente en evidencia su formación y temple, sin echar a un lado la brillantez del que, como estrategia de argumentación o convencimiento, utiliza el cinismo y desequilibra a sus adversarios. Los buenos abogados siempre han utilizado este recurso, del mismo modo que se han valido de él escritores, intelectuales, científicos, periodistas y artistas.

Pues la pasada semana los adversarios de la justicia, y de paso de Nassef Perdomo, han querido agredirle en una audiencia en el Tribunal Constitucional. Nunca deberá aceptarse la amenaza ni la extorsión como recurso de debate, si se tratara de resolver las diferencias con la fuerza bruta, no es precisamente Nassef Perdomo la persona indicada para hacerlo. Su mundo está en el debate de las ideas, no en los puños, los empujones, las puñaladas o cualquier otro recurso violento.

El abogado escribió: “Los neonacionalistas se vieron sin argumentos y recurrieron al insulto y la amenaza”. No es sorpresa. Ya lo han hecho repetidamente, y llamaron a una especie de linchamiento colectivo contra periodistas, profesionales y funcionarios que les adversaban en el criterio de que la sentencia 168/13, del Tribunal Constitucional, era una aberración, que debía ser desandada de algún modo por la sociedad dominicana, para que no nos acusaran de establecer un nuevo apartheid.

Llevar las diferencias al insulto y a la amenaza, como ha sido una norma desde septiembre del pasado año, resulta una negación de la democracia, en la que cada ciudadano debe pensar como le plazca, sostener sus criterios, y defenderlos en cualquier instancia, respetando la autoridad de la ley, y al mismo tiempo, los criterios que le adversan.

Llevar zafarrancho al Parque Independencia, pedir muerte a los “traidores”, presentar fotografías y una lista de nombres que debían ser linchados, es un abuso y una desviación del razonamiento y del debate decentes. Claro, si uno le atribuye intenciones de razonamiento y decencia a quienes han llevado a estos extremos las diferencias de criterios.

Insultar a funcionarios públicos, incluso tratar de denostar al presidente de la República y a su equipo, utilizar heterónimos para fijar posiciones públicas porque los cargos en el gobierno no les permitirían dignamente hablar, para conservar las posiciones, son otras desviaciones que  un gobierno con interés de enviar un mensaje de coherencia, trataría de evitar y hasta tomaría decisiones ejemplarizadoras.

Nassef Perdomo es un abogado de la República, un intelectual, un hombre con firmeza y claridad de pensamiento, que debe ser respetado. Y el Ministerio Público debía rápidamente tomar nota de la denuncia del abogado, para que insultos y amenazas próximas no puedan llegar a vías de hecho. Por el bien de toda la sociedad y del sistema político y democrático.