El fallecimiento de Doña Renée Klang viuda Guzmán entristece al conjunto de la sociedad dominicana que la conoció en pleno ejercicio del papel de primera dama y que fue testigo de su labor eficiente, silenciosa, efectiva al lado de su esposo, Don Antonio Guzmán Fernández, presidente constitucional entre 1978 y 1982.
Doña Renée fue quien tuvo la oportunidad de recordarle al país lo que era una primera dama, porque después de la guerra de abril, y la intervención militar de los Estados Unidas de 1965, el país nunca conoció una primera dama, hasta que ella asumió el rol de compañera del primer presidente dominicano, luego de las intervención militar, que acudió con su esposa y sus hijos al poder.
Doña Renée fue siempre una mujer decidida, pero discreta. Apoyó a su esposo y lo hizo sin que nadie tuviera asomo de celos por el papel de la primera dama. No ocupó el puesto que le tocaba con ninguna beligerancia, al lado de su esposo, ni quiso asumir roles políticos más allá de lo que le correspondía como esposa del presidente.
Tuvo iniciativas que aún perviven, como la creación y conducción del Consejo Nacional de la Niñez (CONANI) y le dio ánimo a otras iniciativas sociales y en el ámbito de la salud, pero se abstuvo de roles que pudieran ser polémicos o de opinar con acidez sobre temas que ella no consideraba de su incumbencia.
Con el suicidio lamentable de su esposo, siempre presidente de la República, se comportó con una dignidad a todas luces valiente y gallarda, y con las posiciones que asumieron su hija, Sonia y el esposo de esta, José María Hernández, tampoco se convirtió en piedra de discordia.
Era notable que en cada proceso electoral los políticos, de todas las tendencias, buscaban aparecer con Doña Renée. Ella, siempre sonriente y con una educación por encima de lo común, impuso un respeto a su figura que pervive y seguirá perviviendo, pese a su sentido fallecimiento este miércoles en la ciudad de Santiago.
Paz a sus restos y consuelo a todos sus familiares y amigos. Fue una gran primera dama que prestigió esa posición, y que ayudó tanto como le fue posible a su esposo, el presidente Antonio Guzmán Fernández, el mejor valorado de la historia contemporánea, de acuerdo con las encuestas de cultura política.