En varios de mis artículos he insistido en que el gran problema económico de República Dominicana no son los déficits ni la deuda y mucho menos los datos sobre inflación y crecimiento que tanto nos sorprenden.
El problema mayor son las estadísticas. La falta de transparencia en los datos que se ofrecen sobre la economía. En las manipulaciones del gobierno para obtener dinero que no se registran en las cuentas nacionales. Y eso lo distorsiona todo y crea mucha desconfianza en los agentes económicos.
El nerviosismo en el mercado cambiario es producto muchas veces, de esa inconsistencia en los datos económicos y de las dudas que generan las cifras oficiales.
Y ahora resulta que hay una buena cantidad de economistas que hablan sobre este problema y coinciden en la dificultad de calcular con exactitud el monto de la deuda y de otras variables claves que son determinantes para conocer la situación en que nos encontramos.
Al inicio de la crisis financiera mundial, Grecia mostraba una situación económica relativamente buena porque su deuda en relación al PIB era de alrededor de un 77% y el déficit fiscal de un 4%.
Pero resulta que esas cifras eran totalmente falsas y cuando la crisis se encargo de desmentirlas resultó que la deuda real superaba el 140% del PIB y el déficit era 3% más alto. La explosión fue repentina porque nada era real ya que el gobierno griego manipuló descaradamente las cifras económicas del país.
El gobierno del PLD ha estado jugando con fuego en materia de deuda pública. Están haciendo lo que hicieron los griegos.
Comenzaron con Leonel y sus factoring, mediante el cual la deuda con el Banco de Reservas aumentó en RD$25,000 millones, que se registraban como deudas con los contratistas de obras del Estado, cuyas garantías personales eran inexistentes, excepto el contrato que poseían.
Lo más grave de todo es que gran parte de ese dinero se utilizó para financiar la campaña del PLD en el 2011 y 2012, con la lograron imponerse ante un PRD, que le llevaba de ventaja 10 puntos porcentuales tres meses antes de las elecciones. Esos contratistas pagaban hasta un 40% de comisión y eso hizo correr el dinero por las calles como si fueran panfletos.
Ahora vamos por el mismo camino. El Gobierno de Medina, con los subterfugios del Congreso, abrió la opción de utilizar el Fideicomiso Vial para financiar nuevas obras. Y no pequeñas, sino grandes obras que son las que dan los mayores frutos para financiar la reelección y enriquecer aun mas a los que ya se han enriquecido en los 15 años que tienen gobernando.
Este fondo, que debería usarse exclusivamente en el mantenimiento de miles de kilómetros de carreteras, muchas de ellas en estado deplorable con apenas 5 años de construidas, de muchos puentes, que no se caen por la mano de Dios, de los túneles y elevados que se deterioran con rapidez y hasta del Metro, que se paraliza con frecuencia porque no hay dinero para su mantenimiento.
También hay cientos de edificaciones públicas que dan vergüenza por su estado de abandono y que parecen más que oficinas, un mercado de pulgas.
Pero que va. El gobierno ha utilizado el Fideicomiso Vial para construir nuevas obras de grandes dimensiones acumulando una deuda que los peajes no cubrirán ni en 50 años. Han abusado de ese mecanismo para endeudarse con el Banco de Reservas sin que eso se registre en las cuentas nacionales. Lo mismo que sucedió con el factoring.
Pero eso no es todo. Hay deudas de organismos autónomos que no se registran y que resulta un misterio cuando se trata de calcular lo que debe el sector público consolidado. Lo mismo sucede con el subsidio eléctrico y la deuda a los generadores, que se ha disparado a pesar del ahorro fiscal de más de US$400 millones por la caída en el precio de los combustibles.
El gobierno se resiste a transparentar sus deudas y las encubre con artificios al mejor estilo griego. Y eso, algún día, lo pagaremos muy caro.