Sectores congresuales ahistóricos que no han sido diligentes en coadyuvar en la evacuación de una resolución ordenando que cese la profanación del Panteón Nacional, desterrando de allí a Pedro Santana vendepatria por antonomasia, se destapan ahora con un proceso de sanción contra el digno senador Charles Sumner. Dejando entrever que este “americano feo” no tiene méritos para que una avenida dominicana lleve su nombre. No es fortuito que quienes se resistan a expulsar los restos de Santana del Panteón Nacional y también pretendan zaherir la memoria anticolonial de Hostos, la emprendan contra quien en el Congreso de los Estados Unidos denunció la primera ocupación militar de esa potencia de una parte del territorio nacional o sea Samaná en 1869, y con sus aportes como Luperón, Cabral, Betances, frustraron los intentos estratégicos de Buenaventura Báez y el presidente Grant de anexar todo el país.

Senador Charles Sumner defendió a la República Dominicana se ser colonizada por Estados Unidos

En noviembre de 1869 se suscribieron dos acuerdos, uno de arrendamiento de Samaná a Estados Unidos por un año, que no tenía que pasar por el Congreso de esa nación y otro de anexión total del país que si debía conocerlo ese organismo. En diciembre ya Samaná estaba ocupada militarmente. El mercenario William Fabens coordinador del proyecto, informaba que en un acto fue izada la bandera de EE. UU. Y un capellán: […] explicó en forma clara y enérgica el carácter del gran cambio político que estaba por ocurrir… La escena fue muy emocionante, ya que la congregación entera compuesta de varios centenares respondían con lágrimas u sollozos de júbilo agradecidos”. (Charles Callan Tansil. Los Estados Unidos y Santo Domingo 1798-1873. p. 453). 

Sumner que presidía el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en contra de la voluntad del presidente Grant logró obstaculizar que este organismo aprobara la anexión. En marzo pronunció uno de sus primeros discursos censurando la negociación. El periódico progubernamental Herald de Nueva York, al criticar su actitud lo estigmatizaba sentenciando: «El señor Sumner es un gruñón, un obstáculo y un peso muerto para nuestra noble nave del estado,  y lo mejor que pueden hacer es echarlo al mar». (Charles Callan Tansil. p . 482)

Se desató una represión a nivel nacional, las cárceles estaban saturadas. Báez solicitó el 19 de febrero de 1870 al contralmirante C. H. Poor, que le permitiera enviar prisioneros a la cárcel que los norteamericanos tenían en Samaná. (Charles Christian Hauh. La República Dominicana y sus relaciones exteriores 1844-1882. p. 234). 

Charles Sumner en su primer discurso logró que la anexión no alcanzara la votación necesaria para ser aprobada por el Congreso. Tras continuar los debates el 21 de diciembre de 1870 pronunció su famosa pieza oratoria «La viña de Naboth», reiterando con valor su oposición a la anexión. En las discusiones objetó el seudo plebiscito de Báez que alegaba por “unanimidad” los dominicanos refrendaron la incorporación. Sumner aportó el ejemplo de la oposición al proyecto, que obviamente encabezaban Luperón y Cabral. En sus consideraciones denunciaba la participación de la marina norteamericana en la represión: “Tres barcos de la pequeña Marina de Guerra de los Estados Unidos ocupando esas aguas con la finalidad de aplicar por la fuerza esa política! Si no hay que hacer uso de la fuerza, ¿Por qué la presencia de esos tres barcos de guerra? ¿Por qué son necesario esos barcos? Díganmelo. ¿Puede haber alguna razón importante?”. Contundente análisis que derrumbaba la tesis de Báez de apoyo plebiscitario a la anexión. (Emilio Rodríguez Demorizi. Proyecto de incorporación de Santo Domingo a Norteamérica. Apuntes y documentos. Boletín del Archivo General de la Nación. Núm. 103. p. 65). 

Charles Sumner logró que el proyecto se diluyera en el Congreso, como represalia fue reemplazado de la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores. Ciertos historiadores han señalado su actitud de repudio a la anexión era interesada porque temía que Haití fuera invadida y defendía las minorías negras. Este argumento es mezquino, independiente de cualquier otra posición, los dominicanos se vieron representado en el Congreso de la gran nación del Norte a través de Charles Sumner. En adición a Luperón y Cabral fueron los máximos opositores a la anexión y la ocupación militar de Samaná por parte de la camarilla de William Grant. Ojalá los dominicanos hubiesen logrado otro aliado como Sumner cuatro décadas más tarde cuando fue impuesta la infamante Convención Dominico-americana de 1907.

Para algunas gentes esos méritos no son importantes, quizás desearían que Charles Sumner se hubiese sumado a los propósitos de la anexión. En sus modificaciones de nombres de calles y avenidas, para nada se refieren a vías con los nombres anglosajones  de Churchill y Kennedy, que nada aportaron en beneficio de los dominicanos.  Esperamos que sectores sensatos del Congreso como los senadores del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, y mi antiguo compañero en el movimiento estudiantil el diputado Tonty Rutinel, logren imponer la verdad histórica ante la subversión de la historia que pretenden ciertos integrantes de ese organismo.