El caso de Luis Ignacio Lula Da Silva debe servir de ejemplo para los políticos en general, y también para los políticos dominicanos.
Claro, hay diferencias notables entre los sistemas de justicia de Brasil y de la República Dominicana. Las diferencias podrían ser sutiles, pero lo importante es que en Brasil los jueces son independientes de las demás instituciones del Estado y de los partidos políticos. O deben cuidarse mucho y justificar sus decisiones. Fue notorio que la sesión del Tribunal Supremo de Justicia que conoció el Hábeas Corpus de Lula Da Silva fue transmitida por todos los medios posibles, y que los magistrados, que ellos llaman ministros, emitieron sus votos luego de justificarlo ampliamente con largos discursos.
Lula fue condenado en primera instancia, en Curitiba, a 9 años y un mes de pisión. Apeló la decisión y en segundo grado la pena le fue aumentada a 12 años de prisión. Siguió apelando y como parte de ese proceso, mientras niega la corrupción pasiva que se le atribuye, presentó el recurso de Hábeas Corpus, que le fue rechazado este miércoles.
Lula fue presidente de Brasil entre el 2010 y el 2010, y su imagen se proyectó internacionalmente como un presidente poco común, eficiente, que desarrolló industrialmente su país, que sacó a millones de personas de la pobreza, y que dejó en la presidencia a una de sus aliadas más inteligentes, Dilma Rousseff, quien también ganó dos procesos electorales, pero resultó destituida en su segundo período por incumplimiento de la ley y no por corrupción.
La corrupción en Petrobras, y luego la corrupción en Odebrecht, y el caso conocido como Lava Jato implicaron seriamente al liderazgo político brasileño, incluyendo a Lula y a Dilma. Empresarios, legisladores, burócratas, políticos, ejecutivos de empresas grandes guardan prisión en Brasil por ese caso. Los sectores público y privado hicieron una mancuerna para sacar dinero de las arcas públicas en beneficio de empresarios y políticos. Lula y Dilma niegan los cargos, pero el Congreso brasileño destituyó a Dilma y la justicia condenó a Lula. Solo le quedan pocos días y casi ningún resquicio para comenzar a cumplir los 12 años de prisión.
El recurso más eficaz utilizado por Lula para hacer frente a las acusaciones del juez Sergio Moro fue lanzar su candidatura presidencial por el Partido de los Trabajadores. Las elecciones serán en octubre de este año. Lula tiene la más amplia simpatía según las encuestas. Está en primer lugar en todo Brasil, con un 34% de intención de votos. Quien le sigue en segundo lugar apenas alcanza el 16%. En los estados donde hay más campesinos y personas analfabetas Lula supera el 50% de intención de votos.
Por eso es tan importante el Hábeas Corpus que conoció el Tribunal Supremo de Justicia, y que le negó la posibilidad de quedar en libertad. Lula tiene otros procesos judiciales que han avanzado menos que el relacionado con la propiedad de un apartamento en Guarujá, en Sao Paolo, con valor por aproximadamente un millón de dólares. Lula recientemente enviudó, y una de las versiones que se cuenta es que su esposa fallecida habría sido la beneficiaria del piso que le imputan a él.
Los políticos están obligados a cuidar sus decisiones, y a protegerse incluso de sus más cercanos familiares y colaboradores. El que está siendo condenado es Lula, entre los miembros de su entorno. A él le corresponderá cumplir los 12 años de prisión. Y está claro que además de la prisión, es la presidencia la que estaría perdiendo, pues si es él el candidato de su partido, aparece como un seguro ganador.
Lo que ocurre con Lula es un ejemplo para los políticos dominicanos. Algún podríamos tener jueces independientes, con posibilidad de juzgar sus actuaciones. Algún día los políticos dominicanos podrían dejar de ser intocables. En Brasil eso no existe, pero en la República Dominicana se mantiene el criterio de que los presidentes, o los ex presidentes, no se tocan.