La Junta Central Electoral ha hecho una atinada propuesta que combina el voto automatizado con el conteo manual de las boletas impresas para generar confianza en las elecciones municipales pautadas para el próximo 16 de febrero. Esta propuesta debe hacerse extensiva a las elecciones presidenciales y congresuales de mayo 2020, en caso de pasar la prueba del fondito en las municipales, como en lo particular esperamos.

La JCE ha esbozado un protocolo para el sufragio que nos parece equilibrado y abierto a ser mejorado y completado con el aporte constructivo de los contendientes y ciudadanos comprometidos. El esquema propuesto parece combinar lo mejor del voto automatizado con las fortalezas del conteo manual de la evidencia física- el comprobante impreso de la boleta digital- a manera de evitar confusión sobre los resultados del sufragio y su difusión. Y por ese gesto entendemos que el ánimo de la Junta Central Electoral es de seguir cultivando la confianza de los ciudadanos con meditadas medidas para aumentar la transparencia y fortalecer la confiabilidad de los resultados arrojados por el escrutinio de los votos, promoviendo así la crítica confianza en el proceso electoral para validar la legitimidad democrática de las próximas autoridades gubernamentales.

Todos los dominicanos tenemos el deber de robustecer el proceso electoral, espina dorsal de la democracia representativa. El mínimo que podemos hacer cada uno de los ciudadanos es deliberadamente ejercer nuestro derecho al sufragio y tomar las medidas a nuestro alcance para asegurar que nuestro voto cuente: que sea contabilizado según nuestra intención expresa al emitirlo. El método propuesto por la JCE de voto automatizado y conteo manual de los comprobantes impresos es una excelente herramienta para lograr ese objetivo, siempre y cuando la plataforma digital nos brinde la oportunidad de verificar que lo expuesto en la pantalla al finalizar nuestra selección de candidatos coincide con el comprobante impreso.

Al finalizar la selección de candidatos, la plataforma informática debe proyectar en pantalla una imagen exacta de la boleta a ser impresa y requerir la validación del elector (o permitirnos retornar a la pantalla anterior para enmendar cualquier error), antes de imprimir el comprobante. Esa boleta electrónica debe permanecer en pantalla hasta que el elector verifique su coincidencia con el comprobante impreso y luego intencionalmente finalice el proceso en pantalla antes de depositarlo en la urna. En caso de detectar alguna diferencia entre la pantalla y el comprobante impreso, el votante no debe cerrar la pantalla ni depositar el comprobante en la urna, sino dirigirse al pleno de la mesa para hacer notar la anomalía en el proceso. Para atender un eventual caso de discrepancia entre la boleta electrónica y el comprobante impreso, la JCE debe establecer un protocolo reglamentando los pasos a dar por los integrantes del colegio electoral correspondiente, antes de proseguir utilizando la terminal en cuestión.

Ha de ser una responsabilidad no solo de la Junta Central Electoral, sino también de los partidos y sus candidatos, los medios de comunicación y todas las entidades cívicas, promover la instrucción de los ciudadanos sobre cómo asegurar el correcto funcionamiento del sistema automatizado con comprobante impreso, porque de ello depende la confiabilidad de los resultados y la credibilidad del proceso electoral y sus organizadores. Ningún ciudadano debe arrojar dudas sobre el sufragio después de cumplirse este protocolo, pues en adición a la computación digital, el comprobante impreso es objeto de escrutinio físico y conteo por el colegio electoral, los delegados de los partidos y observadores independientes al finalizar la jornada de votación.

Una de las virtudes de este sistema es que pone inmediatamente en evidencia cualquier alteración del algoritmo diseñada para distorsionar la intención del votante, cambiando el voto a favor de un candidato por otro, básicamente invalidando todo el proceso, en lugar de favorecer a un candidato. Utilizado en combinación con las correspondientes auditorías de ciberseguridad, este mecanismo es además un excelente elemento de disuasión para los potenciales hackers con propósito de favorecer a un candidato. Naturalmente, su correcto funcionamiento depende de la estrecha colaboración de cada elector para vigilar que el comprobante impreso refleje su intención de voto.

¿Es mucho pedir a la Junta Central Electoral, a los partidos y sus candidatos, a los medios de comunicación y entidades cívicas, en fin, a todos los ciudadanos conscientes, difundir masivamente el instructivo sobre cómo proteger el voto automatizado asegurando su correspondencia con el comprobante impreso? Además, la campaña deberá ser un elemento esencial para que los votantes desarrollen plena confianza en el nuevo sistema dual de votación digital y conteo manual al 100%. Transparencia y conocimiento generan confianza en el proceso y sus organizadores.

Todos debemos ser garantes de la confiabilidad y legitimidad de las elecciones. Defendiendo cada uno su voto particular en la urna fortaleceremos colectivamente la credibilidad del proceso electoral, espina dorsal de la democracia representativa y primer paso hacia una democracia más participativa.