Omar Mir Seddique Mateen, de 29 años, mostró el resultado de las campañas frecuentes que se realizan contra la comunidad gay y lésbica de la Florida: Acudió a una discoteca en Orlando y asesinó a por lo menos 50 personas e hirió a otras 53 que se encontraban reunidas en una fiesta propia de ese tipo de personas de preferencia homosexual.

La discoteca Pulse realizaba una fiesta especial, por ser el domingo el día de las caravanas del orgullo gay en Estados Unidos. La fiesta del sábado estaba dedicada, en Pulse, a promover la música latina.

Se trató de un acto de terrorismo y de odio contra la comunidad GLTB, en el que murió su protagonista ejecutor, Omar Seddique Mateen, pero que ha sido reivindicado por el Estado Islámico como algo propio, para golpear a Estados Unidos, del mismo modo que el 13 de noviembre del año pasado lo hicieron en París, en discotecas y restaurantes de la capital francesa.

La familia del criminal ha dicho que el acto terrorista no tiene nada que ver con la religión, y que Omar hace unos meses se sintió indignado luego de ver a dos hombres besándose en  Miami. La ex esposa de Omar ha dicho que era una persona inestable, y que la maltrataba físicamente por cualquier detalle. Eso la llevó a procurar la separación de ambos

Es la peor matanza de personas en Estados Unidos en un acto terrorista, luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Las personas asesinadas eran de origen latino. De acuerdo con la policía 39 personas murieron a consecuencia de los disparos dentro de la discoteca, mientras que las otras 11 personas fallecieron luego de ser llevadas a centros hospitalarios. Varios de los heridos se encuentran en estado crítico.

Es un crimen de odio contra los homosexuales y lesbianas, pero también es un ataque terrorista. De inmediato han salido los oportunistas a procurar ventajas políticas de este suceso sangriento, como el candidato presidencial Republicano, Donald Trump, quien ha salido a promover sus posiciones raciales y anti-inmigrantes, y acusando a la administración demócrata de Barack Obama de ser la responsable de la presencia de grupos islámicos en los Estados Unidos.

La promoción del odio contra la comunidad GLTB tiene variantes múltiples. Unos son miembros de grupos religiosos, intolerantes, que aducen la doctrina cristiana como una forma de vida incuestionable, y que es la debida por parte de los ciudadanos. La otra es la de grupos terroristas, como en este caso del Estado Islámico, que están dispuestos a matar a todas aquellos que no siguen su criterio religioso fundamentalista, adherido al Coran. Otros grupos que realizan este tipo de campaña son miembros de comunidades ultranacionalistas, que atribuyen los males de la sociedad a la existencia de migrantes que supuestamente afectan la cultura y la forma de comportamiento de las comunidades donde se encuentran.

Con mayor o menor responsabilidad, todos estos grupos tienen una carga importante en este tipo de acción violenta contra los ciudadanos que cayeron asesinados el sábado en la discoteca Pulse de Orlando.

El mundo tiene que detener este tipo de campaña de odio. Aún se sustenten en razones culturales o religiosas, el mundo de hoy es una consecuencia de los avances que hemos tenido en materia de libertades y de tolerancia, y de reconocimiento de derechos. Las minorías, sean raciales, religiosas, sexuales o raciales, tienen derechos que deben ser respetados.

Nadie puede admitir cómo válido este procedimiento violento, contra seres humanos. No importa que sean gay o lesbianas. Son seres humanos, hijos de Dios, que tomaron una decisión en su vida: su intimidad, se sexualidad, compartirla con alguien de su mismo género, y en ese tenor reclaman derechos que les corresponden. En cualquier país del mundo donde se encuentran.

Lamentablemente, el mundo se cierra más, cada día, frente a los derechos de las minorías, y ocurren ataques cobardes como este. Es la sinrazón, es la violencia, es la ausencia total de humanismo y respeto a los demás. Es la barbarie. Y así no puede ser.