La muerte de Osama bin Laden, anunciada anoche por el presidente de los Estados Unidos, debe representar un elemento para la tranquilidad mundial.

Osaba se convirtió en el objetivo esencial de la lucha de los Estados Unidos contra el terrorismo, y desde el 2001, logró sobrevivir al asedio más audaz y exhaustivo contra una persona o un grupo de personas, por parte de la primera potencia mundial.

El presidente Barack Obama hizo mucho hincapié en su breve alocución de anoche de que su país no actúa contra la comunidad musulmana sino contra el terrorismo.

Osama bin Laden se convirtió en una figura mundial al reivindicar los atentados terroristas del 11 de septiembre contra las torres gemelas de Nueva York. Desde entonces comenzó a prepararse la llamada Guerra del Golfo, que conllevó la intervención de Estados Unidos en varios países del Medio Oriente, incluyendo fuertes operaciones militares en Pakistán.

La caída del gobierno de Irak y luego la muerte del presidente de esa nación, Saddam Hussein, fue una consecuencia directa de los atentados terroristas reivindicados por Al-Qaeda.

Le ha tocado al presidente Barack Obama hacer el anuncio y hasta cierto punto recibir las ganancias políticas que se derivan, internamente, de haber alcanzado el objetivo que se trazó el gobierno de Estados Unidos durante varios años y no lo había logrado.

Esto le impulsará en sus aspiraciones a la reelección presidencial. Pero también esto podría mover a las células de Al-Qaeda, y a todas las organizaciones que se le vinculan en todo el mundo, a nuevas acciones terroristas, en especial contra objetivos norteamericanos.

Es muy pronto para analizar todas las consecuencias que esta muerte provocará en el mundo árabe y en Pakistán. Sin embargo, la impresión primera que causa esta muerte, paradójicamente, es de alivio. Esta guerra ha costado mucha sangre y sigue costando. Estados Unidos es una potencia mundial y sus actuaciones repercuten, como en este caso, en oleadas que no se sabe dónde podrían terminar.

Es tan relevante esta muerte que anoche mismo los norteamericanos comenzaron a celebrar. Miles de personas se concentraron frente a la Casa Blanca para celebrar la muerte y congratular al gobierno del presidente Barack Obama.

¿Terminará el terrorismo de Al-Qaeda con la muerte de Osama bin Laden? No lo sabemos. ¿El mundo será más seguro a partir de ahora? ¿Estados Unidos disminuirá su política de guerra preventiva y actuaciones militares directas en países del Medio Oriente?

Son preguntas que esperan respuesta. El tiempo dirá. Mientras tanto habrá que congratular al gobierno del presidente Obama por la consecución de esta muerte, aparentemente tan vital en la llamada mucha contra el terrorismo.