En horas de la noche, desde la capital hacia el Cibao, y viceversa, es una verdadera desgracia. Transitar por la Autopista Duarte de noche representa uno de los peligros mayores para cualquier ciudadano, sin importar el tipo de vehículo que utilice.
En los últimos tiempos se habla de la eficacia del Ministerio de Obras Públicas al disponer de un servicio motorizado de socorro en caso de accidentes o de cualquier daño que sufra su vehículo. Y eso es buenísimo y loable por parte de las autoridades. Sin embargo, la Autopista Duarte carece de iluminación en casi toda su extensión, salvo en lugares próximos a los pueblos por los que cruza, como Villa Altagracia, Bonao y La Vega.
El pavimento negro, la isleta central y la señalización son factores que ayudan y dañan la visibilidad en la Autopista Duarte. Importa poco el poder de iluminación de los vehículos, porque a los conductores les acechan riesgos mayores. La posibilidad de animales que crucen la vía, o el riesgo de que algunos desaprensivos coloquen o lancen objetos que afecten a los conductores. Muchos casos atestiguan que esta es una de las más riesgosas posibilidades en la Autopista Duarte.
¿Cuánto cuesta que la vía principal de conexión vehicular entre la capital y el Cibao tenga postes del tendido eléctrico y sea iluminada? No lo sabemos, pero las vidas de los ciudadanos vale más que el presupuesto que pueda ser destinado a esa iluminación. En el trayecto entre Bonao y Santo Domingo, el sábado en la noche, hubo dos accidentes mayores. El vuelco de una patana al penetrar en la isleta central de la autopista Duarte, entre Villa Altagracia y Pedro Brand, y el choque de un automóvil con uno de los muros tipo New Jersey en la proximidad del peaje del kilómetro 28 de la Autopista Duarte. Con tragedias incluidas.
La oscuridad es el factor más importante en estos accidentes, y el temor de los conductores de ser víctimas de cualquier agresión en un lugar oscuro, solitario y donde cualquier grupo de delincuentes puede surgir, colocar obstáculos en la vía y saltar a los ocupantes de los vehículos.
El país registra más de 3 mil muertes por año en accidentes de tránsito. Es una de las estadísticas a las que menos caso se le hace en República Dominicana. Quien muere en un accidente o resulta lesionado y muchas veces de forma permanente, le pasa por alguna imprudencia. Es verdad y es mentira. Las vías tienen que ser seguras, y eso incluye la Iluminación.
Para que el Ministerio de Obras Públicas pueda ser referencia de eficacia y de apoyo a los ciudadanos debe iluminar las carreteras, y en particular las principales que conectan la capital con las ciudades más importantes del norte, el este y el sur del país. La Autopista Duarte debía ser una prioridad. Se parece mucho a la autopista de la muerte.